Aumenta el
aislamiento
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, marzo / www.cubanet.org - El aislamiento internacional de Cuba
aumenta desde hace meses, especialmente en su entorno latinoamericano. Al
empeoramiento de las relaciones con Panamá, Argentina, Nicaragua y el
diferendo con El Salvador, ahora se agregan las dificultades surgidas con México,
nación que se había caracterizado en el pasado por mantener vínculos
amistosos con la mayor de Las Antillas.
El abandono abrupto del territorio azteca por parte del jefe de la delegación
cubana, cuando participaba en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Financiación para el Desarrollo, efectuada en la norteña ciudad
Monterrey, debido a presiones de los anfitriones (según lo informado por
la parte cubana, versión negada por altos funcionarios mexicanos) ha
situado los nexos bilaterales a un nivel deplorable.
En los hechos, las relaciones cubano-mexicanas venían deteriorándose
hacía tiempo. Puede afirmarse que a medida que en la vecina nación
se han producido transformaciones hacia una sociedad más abierta, democrática
y transparente, los problemas con el gobierno de La Habana han adquirido mayores
dimensiones.
Ya en tiempos del presidente Ernesto Zedillo, cuando fueron dados los
primeros pasos innovadores con México, se hicieron evidentes los roces
políticos y diplomáticos. Baste recordar su discurso respetuoso
pero abiertamente crítico a la situación de los derechos humanos
en Cuba, en ocasión de la IX Cumbre Iberoamericana, llevada a cabo en
noviembre de 1999.
Con la victoria electoral de Vicente Fox, un hombre todavía más
comprometido con el cambio, era previsible el incremento de las dificultades con
el régimen cubano. Para políticos respetables como el actual
presidente mexicano y sus más cercanos colaboradores, demócratas
comprometidos, sería imposible realizar un discurso aperturista y apegado
al derecho internacional y, al mismo tiempo, mantener vínculos amistosos
con un gobierno totalitario, reiterado violador de los derechos políticos,
civiles y económicos de su pueblo.
Las consecuencias de esta fractura diplomática son impredecibles para
el gobierno cubano. México es una nación decisiva en el entorno
latinoamericano, tanto por su peso económico como por su prestigio político.
Hasta hace poco era de las escasas alternativas que quedaban para alguna posible
integración de la isla en la región, ya realmente mínimas
después de los acuerdos sobre el ALCA adoptados en Quebec, Canadá,
donde fue marginada absolutamente.
Ahora, con el portazo de Monterrey, el aislamiento podría haberse
completado, en momento en que se incrementan las dificultades para la economía
cubana.
Como si fuera poco, las relaciones con Europa occidental carecen de
perspectivas de mejoramiento, e incluso el antiguo aliado ruso, enfrascado en
tareas democratizadoras y con una visible intención de mostrar al mundo
una faz renovada, decidió romper los vínculos militares que aún
quedaban con un socio que no le aporta respetabilidad.
Ni qué decir de China, inmersa en radicales reformas modernizadoras
de su economía y en la megacooperación con los Estados Unidos de
América, que en ningún momento pondrá en peligro por la
tozudez de un gobierno incapaz de razonar al compás de los tiempos.
Así, después de Monterrey, Cuba queda más aislada que
nunca y su pueblo será quien pague las consecuencias de tantos desatinos.
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