Operativos ¿para
qué?
Lázaro Raúl González, CPI
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - Cuando en un pueblo del interior del país
suben los índices delictivos hasta un punto escandaloso, grupos
especiales de la policía son despachados hacia el lugar con la misión
de cumplir lo que se conoce como operativo temporal. Los agentes participantes
en estos operativos suelen aburrirse, porque muchos delincuentes toman
vacaciones ante la perspectiva de enfrentar una fuerte presencia policial.
La noticia de que se prepara un operativo se filtra hacia los pueblos con la
suficiente antelación como para que trascienda hasta el hampa. Cuando
llega el regimiento especial, ya todo el mundo está "quieto en base",
y sólo algún extraviado podría ser sorprendido.
Estos operativos, que se efectúan principalmente de día, no
consiguen resultados sustanciales en la lucha contra el crimen. El recorrido de
carros patrulleros y de varias parejas de agentes por las callejas de los
pueblos ni siquiera consigue intimidar a la multitud de bandas y delincuentes
individuales que operan por toda Cuba.
Los delincuentes esperan a que concluya el operativo, ya que los mismos no
suelen demorarse más de una semana. Otros, urgidos por el vicio o la
necesidad, no interrumpen el curso de sus fechorías, paralelamente al
desarrollo del operativo policial: Mientras éste trabaja a la luz del día,
aquéllos actúan a la luz de las estrellas,
De tal modo, no extraña que, en plena campaña operativa, pueda
escucharse este diálogo entre los lugareños:
- ¿Te enteraste?
- ¿De qué? No me asustes.
- Anoche le robaron el puerco a Eugenio Díaz.
- ¿Al pobre Geño?
- Sí, dicen que el hombre lloraba como un niño.
En cambio, los operativos inhiben las actividades de gente trabajadora que
trasiega mercancías, más o menos legalmente, de un punto a otro
del país. Por ejemplo, quienes -luego de un gran sacrificio ocasionado
por el pésimo transporte- traen malanga de Bahía Honda para
cambiar por arroz en Herradura o quienes elaboran salsa de tomate para hacerle
trueque al habanero que negocia con gomas de bicicleta o cacharros de aluminio,
se abstienen de moverse mientras tiene lugar un operativo policial.
Tampoco viene el habanero que trae sal para cocinar y alcohol para encender
el fogón. Este reportero ha sido testigo de llamadas telefónicas
que realizan sus socios del campo advirtiéndoles que ahora no vengan.
En general, los operativos policiales le caen bastante mal al pueblo. No le
resuelven ningún problema, pero sí le crean bastantes. No más
empiezan, todo el mundo está loco porque terminen.
Para M Cruz, una pinareña de 35 años, los operativos son una "inútil
demostración de fuerza, y mejor sería incrementar el número
de agentes regulares que trabajan en cada localidad fijamente. ¿Por qué
en los pueblos de campo no puede ser, aunque sea parecido, a La Habana, donde
hay un policía en cada cuadra"?
Para salir del marasmo delictivo en que actualmente se hunde el pueblo
cubano necesita más espacio de libertad y oportunidades de trabajo, sin
el tutelaje o la mediación de un estado paternalista y represivo.
Y para tal eventualidad, los operativos policiales estarían de más.
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