Limpios y
uniformaditos
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - Los niños cubanos asisten todos
los días a las escuelas muy limpios y uniformaditos. Esa es la imagen que
puede llevarse cualquier viajero que llegue a la isla y se deje guiar por la
primera impresión.
Sin embargo, hay realidades que para comprenderlas hay que vivirlas, nunca
sabrían los malabares que deben hacer los padres para que sus hijos
mantengan una buena apariencia cuando van a sus colegios.
El uniforme, y la pañoleta de pionero, por supuesto, es de uso
obligatorio. Los maestros y directivos de las escuelas no permiten que los
alumnos asistan a clases sin estos atributos.
A cada niño, cuando comienza su vida escolar (esto es en preescolar,
o sea kindergarten, a los cinco años de edad) se le vende un uniforme
(una camisa blanca y un short color vino) que debe conservar hasta que alcance
el cuarto grado, cuando tendrá derecho a obtener otro. Vaya suponiéndose
ya que el niño no crecerá durante cinco años, y que ello se
debe seguramente a la buena alimentación que recibe.
El uniforme no lleva zapatos de reglamento. Hasta el día de hoy no he
tenido noticias de que se vendan zapatos para asistir a la escuela. Los zapatos
son asunto de las "shopping", y en las "shopping" no hay
calzados para niños desde el mes de noviembre.
"La palomita" es el acto que deben realizar las madres todas las
tardes. Esto es: lavar la camisa (lo blanco se ensucia mucho, y sobre un niño,
si es algo retozón, se empuerca) para que al otro día el niño
la vuelva a encochambrar. El short, color vino, embaraja más el churre y
se puede lavar cada dos días. Además, un jabón de lavar
cuesta diez pesos en el mercado negro, y eso no hay sueldo cubano que lo
resista.
Los padres que tienen unos pesitos más (las diferencias sociales en
Cuba se han ido haciendo más notables que lo que el gobierno desearía)
le compran a sus hijos algunos uniformes de más en el mercado negro.
Total, ¿qué son 70 pesos, que es el precio de un uniforme por
trasmano? Y así no hay que estar haciendo "la palomita" todos
los días. Jodidos están los padres que viven del salario medio
nacional (alrededor de 240 pesos). Para ésos, el precio del uniforme
representa el 28 por ciento de lo que devengan, y sus pobres esposas no pueden
liberarse de "la palomita" porque, eso sí, somos pobres pero
muy aseados.
La verdadera rechiveta del uniforme empieza cuando, a pesar del yogourt de
soya, los chícharos y los refresquitos instantáneos, el niño
comienza a crecer. Ahí mismo el short principia a apretarle el
fondillito, la camisa se le queda corta, los zapatos se destrozan y, ¡primero
muerto que despretigiado!, este mes le compro un uniforme aunque me quede sin
comer. Pero, el mes que viene tampoco comeremos porque el niño no puede
ir descalzo a la escuela.
Y entonces es cuando los periódicos oficiales forman una algazara del
carajo p'alante sobre la educación gratuita en Cuba, los extranjeros se
llevan una imagen idílica de la apariencia de nuestros niños en
las escuelas, pero nadie habla de las tribulaciones de los padres para que sea
así, y es entonces cuando aparece un deslenguado periodista independiente
y pone las cosas en su lugar, pero no le quieren creer, porque ése lo que
es, es un gusano de mierda que le gusta hablar mal del gobierno, ¡tan
bueno, el pobrecito!
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