Metamorfosis
Manuel Vàzquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - El cubanario es la nueva especie que
puebla la isla de Cuba. Esto más que una metamorfosis puramente semántica
en la cual el gentilicio "cubano" pasa a ser "cubanario" no
es un capricho de las ciencias del lenguaje, aunque sí tiene su origen en
el uso de la palabra como vehículo para transformar al homo, ya sea
sapiens o no sapiens, pero más que todo al aparentemente sapiens.
Si a la llegada de los colonizadores la isla estaba poblada por taínos,
siboneyes y guanajatabeyes, y todos por guanajo-tabeyes se extinguieron, andando
el tiempo se armó una mezcolanza entre blancos, congos, chinos y carabalíes
que le roncó el mango, y dieron lugar a ese ajiaco étnico que se
dio en llamar cubano, después de 1959 comenzó una mutación
-por lo menos en el plano conceptual- que arrasaría con la vieja
tipologización que se tenía de los habitantes de la región
caribeña conocida como Cuba.
El antiguo cubano, bajo el influjo -más bien bombardeo- de una nueva
visión cosmológica, fue perdiendo sus rasgos fundamentales. De una
imagen de isla paradisíaca en el Mar de las Lentejas -Mar de las
Antillas, pero ya se sabe lo del error de traducción- fue pasando a la
creencia de que era el mismísimo cosmos, y su heredado afán de ser
el ombligo del mundo -al menos en la palabra de su guía- se vio más
que satisfecho.
Aquel criollo franco, abierto, divertido, hospitalario y con rasgos de una
ingenuidad un tanto pueril, dio paso a un ser de aspiraciones cosmopolitas,
conquistador, fanfarrón, truculento y algo cínico que hoy por hoy
no halla parangón en los otros seres que pueblan el planeta. El cubanario
es la omnipotencia. Somos una potencia médica, una potencia cultural, una
potencia educacional, una potencia deportiva, una potencia agrícola, una
potencia industrial, una potencia moral
¿No esconderá tanta
potencia algo de impotencia verdadera?
Si se dice que en las teorías filosóficas de Nietzsche y
Schopenhauer están las fuentes teóricas del fascismo para la
creación de una raza superior, y así nació el delirio
hitleriano del "ario puro", en el caso cubano habría que
indagar profundamente en la historia de la filosofía para llegar a las raíces
gnoselógicas de la fiebre que infectó la nación y convirtió
al cubano en cubanario.
Lo de la creación de "un hombre nuevo" que, por supuesto,
encuentra su parigual en "la bestia rubia" sería una ingenuidad
apuntarlo. El concepto de cubanario va mucho más allá. El
cubanario es un ilusionista que cuando el truco le sale mal obliga a los
espectadores a recibirlo como magníficamente ejecutado. No hay en la
historia de la humanidad prestidigitador más "cañonero".
Si el malabar se le estropea, le echa las culpas a otro malabarista. Nada, que
el cubanario es infalible, invencible, infatigable, insustituible.
Como dice los más tiernos cubanarios, ésos que son resultado
de la mixtura entre los antiguos cubanos y los primeros cubanarios obtenidos en
el experimento; quiero decir, "los fiñes": "Somos lo máximo".
Y el que no lo crea, venga a una bodega cubana, a una farmacia cubana, trate de
tener dos pares de zapatos o monte en un camello. Unicamente un cubanario logra
tanto.
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