¡Hay que
salvar la Liseta!
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - Sin siquiera la oportunidad de ser
puesta en "alerta roja", la Liseta puede extinguirse
irremediablemente. Este pez delgado, pequeño, cuya talla adulta apenas
llega a los 15 centímetros, tiene en el planeta su hábitat constreñido
exclusivamente al Golfo de Guacanayabo, ubicado en el sudeste del archipiélago
cubano.
La Liseta ha disminuido tanto en los últimos años que donde
antes se capturaban cuatro toneladas mensuales ahora sólo se pesca una.
Directivos de ESCAMAN, empresa estatal dedicada a la pesca de escama en el
golfo y en mar abierto, plantean la tesis de que la drástica reducción
de esta especie se debe a los cambios climáticos globales por efectos de
los fenómenos El Niño y La Niña, con la consiguiente
depauperación de la fauna marina.
Es posible. Pero callan, y callar en esto es crimen, la sobrexplotación
comercial de la Liseta presionados por la incapacidad del sistema para alimentar
a la creciente población local; máxime que la provincia Granma,
engarzada al Golfo de Guacanayabo, presenta los peores índices económicos
y de empleo del país, con la consiguiente necesidad de alimentos,
incluida la endémica Liseta, en lo que para colmo el mayor y más
atractivo centro gastronómico estatal de la ciudad Manzanillo es una "lisetera"
donde se venden raciones de dos lisetas empanizadas y fritas con tostones de plátanos
por un precio módico.
¿Por qué no sustituir las lisetas por carne de res, de cerdo, de
pollo, de otros variedades de pescado o cualquier otro animal no amenazado con
desaparecer?
Por su sabrosura al paladar, hasta una popular tonada local conspira contra
estos animalitos marinos: "El que come la Liseta / y se come la cabeza / en
Manzanillo se queda".
Las autoridades tampoco revelan el alto índice de contaminación
del Golfo de Guacanayabo, producido, entre otros factores, por los arrastres de
pesticidas, herbicidas y fertilizantes que llevan los ríos que vierten
sus aguas allí, entre ellos el Cauto, el más largo de Cuba y uno
de los más deteriorados ecológicamente.
El régimen cerrado de Cuba no permite investigaciones independientes
por instituciones o individuos defensores de la naturaleza.
No sólo la Liseta está en peligro, sino también el
ecosistema único que conforma el Golfo de Guacanayabo, susceptible de
convertirse en un "mar muerto".
Por el momento, la primera medida que impone la razón es suspender la
pesca -al menos la intensiva- de la Liseta, aunque sabe Dios qué otras
especies faunísticas de esos mares están tanto o más
amenazadas de extinción.
Al mar se le quiere sacar todo, no sólo lisetas. Pero al mar no se le
entrega nada que sirva. ¿Cómo entender que el mar por sí solo
no puede "reciclar" tanta basura contaminante? Por eso, aunque sabemos
que es poco clamar por salvar a la minúscula Liseta si con ella no es
salvado su medio natural, por algo hay que comenzar: ¡Hay que salvar a la
Liseta!
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