De ¡Bravo!
a Pasaje a lo Desconocido
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - Suele ser la noche del domingo uno de
los platos fuertes de la televisión cubana (siempre bajo la censura del
gobierno de Fidel Castro) pues en la misma se transmiten dos de los programas de
mayor teleaudiencia en el país: ¡Bravo! Y Pasaje a lo Desconocido.
Dos momentos, dos interesantes momentos en los que el cubano de a pie puede
escapar de las decenas de horas de propaganda política que ha de sufrir a
lo largo de la semana televisiva, son esos dos excelentes espacios.
¡Bravo!, dedicado a la exhibición de las artes escénicas
en todas sus manifestaciones, principalmente música y danza, sólo
tiene como competidor a De la Gran Escena. Tal es el tiempo real ofrecido en una
semana por la televisión isleña a quienes, sin salir de sus
hogares, desean disfrutar de un momento de ópera o de ballet.
Por su parte, Pasaje a los Desconocido se concentra en los más disímiles
temas del saber. Si en una semana brinda un documental sobre los misterios del
genoma humano, en la otra puede extenderse sobre los avatares de la momia de
Ramsés II. Su estructura, muy simple, es sin embargo para el televidente
cubano la prueba al canto del lado paradójico de un periodista oficioso.
Su conductor, Reynaldo Taladrid, es uno de los caballeros de la Mesa Redonda
televisada del gobierno de Fidel Castro. De este modo ocurre que en una persona
se muestran dos caras: la del broquelado de las mesas redondas, y la del magnífico
periodista de televisión que puede ser Reynaldo Taladrid. Al público
de la isla no se le ha escapado el detalle, razón por la cual se habla de
Taladrid El Bueno y Taladrid El Malo.
Sin embargo, ciertas aristas apenas perceptibles hacen de programas como ¡Bravo!
o como Pasaje a lo Desconocido el testimonio de hasta cuánto la censura
del gobierno de Fidel Castro ha significado incultura y desinformación
para los cubanos, incluso para quienes de ellos son personas interesadas en
conocer y disfrutar desde los logros de la ciencia hasta los placeres de las
bellas artes.
Dos ejemplos, sólo dos ejemplos paradigmáticos, visibles en
las últimas ediciones de ambos programas, son las evidencias. Por el
primero, observable en ¡Bravo!, es la primera vez que los cubanos pueden
admirar una versión televisada de la celebérrima comedia musical
Cats, de Andrew Lloyd Weber, la cual lleva en escena más de veinte años
en otros países de este complicado mundo, pero jamás ha pasado por
las tablas teatrales de cuba, ni siquiera en una puesta de grupos extranjeros.
El segundo ejemplo se las trae, y se le debe a Pasaje a lo Desconocido. A
estas alturas, los cubanos no han tenido la oportunidad de ver todo lo que el
orbe vio: el alunizaje de Apolo 11, ocurrido en ¡1969! Gracias a Pasaje a
lo Desconocido se han "empatado" -como dice el argot de Cuba- con
alguna que otra escena parcial de este hecho que marcó un minuto esencial
de la especie humana. Sólo ahora los televidentes isleños pudieron
escuchar aquella voz cargada de emoción de Neil Armstrong cuando expresó
en medio del árido paisaje lunar: "Un pequeño paso para el
Hombre, un gran paso para la Humanidad". Es más, sólo el
domingo antepasado pudo este periodista, en tanto que simple cubano de a pie,
conocer gracias a Pasaje a lo Desconocido que el satélite terrestre fue
visitado por doce hombres, no solamente por Armstrong y Edwin Aldrin en 1969. Se
las trae, de verdad que se las trae.
Dos ejemplos, dos simples ejemplos de lo que está significando para
Cuba la censura del gobierno de Fidel Castro. Luego, vengan las ironías y
paradojas de los programas culturales que, dice este gobierno, se están
impulsando. Y respóndase como afirma el propio Taladrid: "Saque
usted sus propias conclusiones".
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