CUBANET .INDEPENDIENTE

17 de enero, 2002


Harakiri

Ramón Díaz-Marzo

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Pensé que cuando tuviera un libro publicado ello me permitiría fortalecer el clásico gorrión que desde siempre he sufrido viviendo en esta Isla. Poncito me dijo, antes de morir, que después que viera mi libro comprendería que "esa inmensa alegría no existe". Yo aún no he visto el libro. No he podido tocarlo materialmente. Los deseos de escapar de este infierno continúan. Es lógico. Estando como estoy, en el Periodismo Independiente, y con un libro que denuncia al gobierno desde la perspectiva de un hombre solitario, es real que me sienta vigilado.

La muerte de Poncito me afecta tanto que se parece a cuando me separé de Ofelia. Ahora sí siento la soledad. Cuando Poncito vivía era diferente. En ocasiones podía ser cruel, pero uno sentía su extraño cariño. De todos modos no tendré que vivir arrepentido de no haber disfrutado su presencia. Hasta los últimos instantes de su vida en Mercaderes #2 me regocijé en su compañía. Lo único que podría salvarme ahora es encontrar a una mujer. En "Cartas a Leandro", según el parecer reciente del escritor cubano en el exilio José Abreu Felipe, es evidente que estoy de regreso. Esto será un problema en el futuro. Por lo menos será un problema con algunas mujeres cubanas con las que siempre hay que volver ha empezar. No se si podré resolver este dilema con mujeres de otras latitudes que sean más brutas o más civilizadas. Por lo pronto, en "Cartas a Leandro" me hago el harakiri. Creo que el libro lo publicaron por eso, porque me hago el harakiri. Quizás si no me hubiera hecho el harakiri nunca habrían publicado el libro. Pero no estoy arrepentido de hacerme el harakiri. El propio Poncito, que me conocía casi bastante mejor y más que muchos amigos, siempre me decía que Reinaldo Arenas, cuando en sus memorias insinuó que yo estaba de regreso, lo que hizo fue salvarme. Y es cierto. Es horrible tener que empezar otra vez. Y es liberador cuando uno se presenta ante el mundo tal cual es.

Anoche me topé otra vez con el oficial de la Seguridad del Estado que dice llamarse Ramiro o Jesús. Me lo topé en el momento en que yo iba a entrar al cuerpo de guardia del policlínico "Tomás Romay", aquí en La Habana Vieja. Estaba acompañado por su novia. Habían traído a la hermana de la novia con un ataque de asma. Pienso que el ataque de asma es real. Pero es cierto que con estos miembros de la Seguridad no hay nada que hablar. Por estar la novia presente quise ser amable. Pero Ramiro, Jesús, o como se llame, no se conformó con la cortesía del saludo. Casi de inmediato se tornó agresivo:

Oficial: Tú y todos tus compañeros están metidos dentro de un saco que el Imperialismo Yanqui ha preparado.

Ramón: ¿El saco está abierto o cerrado?

Oficial: Cerrado. De ahí no te podrás escapar.

Ramón: Mejor. Que se mantenga cerrado. Dentro del saco tengo una linterna que me da luz. Fuera del saco la oscuridad es más inmensa y hace frío.

Oficial: Estás prestándote al "juego". Estás haciendo política.

Ramón: Yo no hago política.

Oficial: Y lo que escribes, ¿qué es?

Ramón: La realidad que me rodea. Si esa realidad está politizada no es responsabilidad mía. Aristóteles, hace más de dos mil años, declaró que el hombre es un animal político.

Yo en cambio, había venido al policlínico por una receta para un medicamento que me quita el dolor que últimamente padezco en el plexo solar. El doctor me dijo que podía ser una hernia diatal, o parásitos. Esto me ha consolado. Estuve imaginando que se trataba de un cáncer en el estómago. Pienso en lo más malo precisamente por la muerte repentina con que Poncito se nos fue con un cáncer en los pulmones. Y porque el último libro que estuvo leyendo, Poncito, antes de morirse, se titula "Muertes poco naturales", de P.D. James, una escritora inglesa que en el año 1968 entró a formar parte del Home Office Department.

Y como el narrador de mi novela ("Cartas a Leandro") sigue viviendo dentro de mí, me ha hecho pensar que a cada uno de los periodistas independientes cubanos, después que le publican un libro, tiene que morirse para que el final de su vida sea de película.

Hasta ahora sólo ha muerto Poncito, después que le publicaron en España "Crónicas desde La Habana".

Raúl Rivero continúa vivo después que le publicaron "Ojo Pinta"; y Manuel Vázquez Portal continua vivo después que le publicaron su libro de poemas, y a Manuel David Orrio del Rosario próximamente le publicarán un libro de crónicas titulado "Los Perros del Arroyo".

Como tengo algunos libros por escribir, espero que "Cartas a Leandro" no me cueste la vida... sería una pérdida irreparable para el futuro de la literatura cubana.



Cartas a Leandro


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