Marabú:
¿salvación de la ganadería cubana?
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, febrero (www.cubanet.org) - Opiniones encontradas
caracterizan el asunto relativo a si el marabú puede ser la salvación
de la ganadería cubana. El llamado "terror de los potreros" se
ha diseminado en la isla debido al deficiente control de su propagación.
Sin embargo, el marabú posee proteínas, calcio y fósforo,
bondades que pudieran solucionar la grave crisis por la que atraviesa la
menguada masa ganadera cubana si se tiene en cuenta que el marabú cada año
ocupa mayor área.
El diseño y construcción de una máquina que coseche y
muela el marabú parece ser una de las principales metas de los
ministerios de Agricultura y Ciencia y Tecnología para sacarle provecho a
la plaga que invade los terrenos agrícolas.
Ni siquiera el régimen totalitario sabe exactamente cuántos
cientos de miles de hectáreas de tierra están cubiertas de marabú
y sus más cercanos parientes: el aroma y el llamado Weyler.
Uno de los aspectos más debatidos es por qué se abandonaron
las diversas y eficientes formas de combatir al marabú, y ahora se
pretende echar a andar un proyecto que parece querer santificar al invasor
despiadado de los terrenos agrícolas.
Los que no creen en los planes del gobierno de Fidel Castro, con largo
historial de victorias pírricas en el ramo agrícola, como las
enormes siembras de café, frutales, platanales y otros productos cuya
escasez data de décadas, dudan que este nuevo procedimiento alcance
resultados positivos.
¿Por qué los gobernantes cubanos insisten en tomar caminos difíciles
y que se sabe no han dado los mejores resultados?, se preguntan algunos
analistas independientes.
¿Qué sentido tiene abandonar fértiles pastizales,
actualmente llenos de marabú, para ahora venir con la idea de un equipo
en el que -según fuentes oficiales- se trabaja hace tres años?,
cuestionan otros.
Hace una década el régimen de Castro creó tremendas
expectativas al prometer excelentes resultados con el procedimiento de alimentar
a vacas, caballos y aves con derivados de la caña como el llamado jicabú
y la sacharina. Sin embargo, hasta el momento este plan no se ha concretado.
¿Qué sucederá de ahora en lo adelante? ¿Se dictarán
decretos para aumentar las extensiones de marabú? ¿Crearán
destacamentos de trabajadores para sembrar mayores cantidades de marabú? ¿Se
le encargará a los científicos cubanos que estudien profundamente
las cualidades del marabú? ¿Los dirigentes redactarán largos
discursos en los que recalquen que el camino del marabú es el camino
correcto?
Mientras se esperan las respuestas de estas interrogantes, las formas
tradicionales de alimentar al ganado están marginadas y se pretenden
sustituir por un método que parece coquetear con la improvisación.
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