El aborto en
Cuba: ¿una necesidad social?
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - El incremento del número de
legrados realizados a mujeres adultas y adolescentes en la provincia cubana
Ciego de Avila es sólo una muestra de lo que ocurre en el resto del país
y no sólo se debe a la falta de protección que recomiendan los
especialistas cuando las parejas llevan a cabo relaciones sexuales, sino que
además constituye un reflejo fiel de los problemas socioeconómicos
que enfrenta el cubano medio.
Hasta octubre de 2001, 1,512 avileñas interrumpieron sus embarazos.
Cuatrocientas once más que en igual período del año
anterior. En el caso de las adolescentes el aumento fue de 267 (para un 95 por
ciento de crecimiento).
El doctor Luis Díaz Hera, jefe del departamento de abortos del
hospital provincial, señala que las interrupciones se efectúan allí
tres veces por semana, aclara que el 30 por ciento de ellas se le realiza a
menores de 18 años y agrega que en ocasiones atienden casos de niñas
de 12 años que vienen acompañadas con familiares adultos.
Lo cierto es que podrá variar el número de casos, las
provincias, la ubicación de las policlínicas y de los hospitales,
pero en esencia este fenómeno está presente en mayor o menor grado
en todo el país.
De modo que debemos analizar cuáles son las razones fundamentales que
inciden con mayor frecuencia en las interrupciones del embarazo en Cuba.
En el caso de las adolescentes menores de edad existe una actitud
irresponsable y hasta de falta de información ante el sexo, al no adoptar
las medidas más elementales de prevención. Ese es el motivo por el
cual quedan embarazadas. Más tarde, se apodera de ellas el temor a
procrear un hijo en momentos inoportunos, por constituir en la práctica
un freno al curso normal en la vida de la joven o el no deseado enfrentamiento
-a veces violento- de la situación con los padres, por la falta de
comprensión que éstos puedan tener del problema. Otro factor que
debemos tener en cuenta se relaciona con la insuficiente madurez que poseen la
adolescente y su compañero al iniciarse en el cuidado, atención y
educación del nuevo ser.
Por supuesto que tampoco debemos olvidar que un sexo sin protección
eleva la probabilidad en el riesgo de adquirir una enfermedad infecto-contagiosa
que afecte a la pareja.
Una historia no menos triste es la que deben vencer los más de cien
mil nuevos matrimonios, legalizados o no, que se formalizan anualmente en Cuba.
A éstos les espera un futuro sin esperanzas, incomprensiones,
limitaciones a sortear y las fuerzas que deben acumular para llevar adelante la
batalla contra todas las barreras que surjan por el camino.
Comencemos por la vivienda que requieren y no poseen. La mayoría está
obligada a vivir con los padres de uno de ellos, generalmente en un cuarto
estrecho que quizás tenga las condiciones mínimas para una persona
pero insuficientes para dos o más.
Muy pocos matrimonios tienen la oportunidad de obtener una vivienda por su
participación en el movimiento de las microbrigadas. Quienes resultan
privilegiados deben pagar el elevado precio de diez o más años de
trabajo intenso, en jornadas de diez a doce horas de labor, sin días de
descanso, entregando salud, juventud personal y estabilidad matrimonial. Y después
de todo, este sacrificio sólo les sirve para alcanzar el derecho a
discutir un apartamento con otro grupo de personas que poseen tantos o más
méritos. De este modo, las posibilidades de convertirse en propietario
son de una entre diez. ¿Fácil, verdad?
Continuemos ahora con los bajos salarios que perciben y el alto costo de la
vida. Los núcleos familiares que no reciben periódicamente remesas
en dólares desde el exterior del país (como es el caso de un gran
porcentaje de la población) están obligados a reforzar sus
ingresos por cualquier vía durante las pocas horas libres que le restan
del día, si en realidad quieren atender a su familia decorosamente. La
solución, en muchas ocasiones, la encuentran en los negocios llamados ilícitos
por el Estado, denominación que éste le da a toda operación
donde él no participe y dirija.
Por otro lado, los jóvenes no tienen aspiraciones serias en dominar
un oficio o profesión u obtener una mejor preparación en la vida. ¿Para
qué?, se preguntan, si en Cuba, con el régimen actual, nunca podrán
vislumbrar el bienestar espiritual y material al que aspira todo ser humano. A
esta conclusión llegan muchos jóvenes, motivo por el cual buscan
en la emigración definitiva, en cualquiera de sus formas, la solución
ulterior al cúmulo de problemas que los atenaza irremediablemente.
De este modo, la población sobrevive cubriendo sus necesidades más
indispensables. Para la mayoría de los matrimonios jóvenes no está
dentro de sus planes tener descendencia en este momento. Incluso, algunos lo
consideran una locura.
Obviamente, el aborto es uno de los mecanismos que los matrimonios jóvenes
emplean para liberar a sus potenciales y futuros hijos de la terrible
experiencia que a ellos les tocó vivir en la Cuba totalitaria.
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