Jorge H. Fonseca/Cubanueva.com
Las manos de Fidel Castro por detrás del secuestro del empresario
brasileño Washington Olivetto, han quedado en evidencia en una carta que,
por vías diplomáticas, el dictador cubano hizo llegar al
presidente de Chile, hecha pública recientemente en Santiago por
periodistas chilenos.
La carta adiciona condimento al potaje que se cocina en Brasil después
de clausurado el Foro Social Mundial de Porto Alegre, donde el dictador cubano
no fue convidado y donde ahora intenta, a través de sus acólitos
locales, imponer su posición para el próximo año.
La misiva del dictador cubano es un ejemplo de prepotencia, arrogancia y
desprecio por la soberanía de un país hermano y en ella salta a la
vista la característica intervencionista de la política cubana -
aparentemente abandonada, pero reafirmada ahora en la carta del dictador - en
los asuntos internos de otros países latinoamericanos.
Fidel Castro reconoce tácitamente en su carta la presencia en Cuba de
los líderes del secuestro de Olivetto después de fugarse de la cárcel
chilena cuando expresa: "la identificación personal de cualquiera de
los que hubiesen infringido estas normas (de no permitir su presencia en Cuba) y
recibido la orden inmediata de abandonar el país, no es asunto que
concierne a Cuba"; es decir, Cuba los convidó a abandonar el país,
pero ¿"no es asunto que concierne a Cuba" haberlos identificado?
El dictador insiste en sugerir que ellos entraron en Cuba con identidad
falsa; entonces, su gobierno demoró casi cuatro años en
identificarlos, porque "no es asunto que concierne a Cuba"; de esta
manera, en Cuba entra cualquier extranjero, que ya había entrado antes e
incluso había recibido entrenamiento de guerrilla urbana - como en este
caso - y demora años en descubrir quienes eran; de la carta del dictador
se desprende claramente que Cuba supo quienes eran realmente, sino, no los
hubieran convidado a abandonar el país.
Lo grave del asunto es que ya Cuba había negado su presencia antes,
en la época que estuvieron en la isla después de la fuga; Chile
preguntó en varias ocasiones sobre su presencia - porque la inteligencia
chilena tenía pruebas de que los guerrilleros fugitivos de la justicia
vivían en Cuba - detectados a través de las llamadas telefónicas
que hacían desde la Habana a sus familiares en Chile. Como Cuba lo negó,
las presiones chilenas se incrementaron y fue entonces que Fidel Castro decidió
convidarlos a abandonar el país, sugiriendo ahora en su carta que habían
entrado con identidades falsas. Una cosa es clara, la carta de Fidel Castro
confirma la presencia en Cuba de los secuestradores de Olivetto antes de
efectuarlo. Adicionalmente, la misiva contiene otras precisiones como las
siguientes: El dictador cubano confirma su apoyo a los guerrilleros urbanos
chilenos antes de la apertura democrática, expresando sin desenfado: "...actividades
clandestinas, que con todo derecho (Cuba) apoyó en los días
tenebrosos de la dictadura de Pinochet"; es decir, como si el hecho de que
existiera una dictadura "tenebrosa", justificara su apoyo a las
actividades armadas de la guerrilla urbana. ¿Quién le dio derecho a
Cuba a intervenir en los asuntos internos de Chile, por el hecho de que allí
existía una dictadura?; ¿no es acaso Cuba misma una auto reconocida
dictadura (del proletariado)?; según los razonamientos del dictador,
cualquier país (léase Estados Unidos) tendrían iguales
derechos (que Cuba contra Chile) para apoyar guerrillas urbanas o rurales en la
isla, por el hecho de que hay una "dictadura" (aunque del
proletariado).
Fidel Castro adiciona: "tan pronto se produjo la apertura política
en Chile, Cuba, que de cierta forma contribuyó a esa salida...",
confirmando desfachatadamente su participación "de cierta forma"
en los asuntos internos del país hermano.
En la carta Fidel Castro expresa además, con la arrogancia que lo
caracteriza: "no admite que nada ni nadie, por ninguna razón o
pretexto lo cuestione"; los términos, inusuales en una misiva diplomática,
son pruebas adicionales de que miente, añadiendo: "debieron ser más
que suficiente las explicaciones que hemos dado", sólo que no aclara
si esas explicaciones fueron las mentiras de ahora o las de antes de "convidar
a abandonar el país" a los terroristas.
La conclusión evidente después de la carta, es que el
Comandante está totalmente desnudo! |