Jorge Hernández Fonseca/Cubanueva.com. 14 febrero, 2002 . Actualizado:
07:46 hora de Cuba
El Foro Social Mundial clausurado recientemente en Porto Alegre ha dejado en
la arena internacional múltiples lecturas, que complementadas con las que
ha dejado en el propio Brasil, se constituyen en temas de política
exterior indispensables para entender lo que pudiera suceder en el futuro
inmediato, en un período en el que Estados Unidos se confirma como la
primera y única superpotencia económica, política y militar
del siglo XXI, pero que contradictoriamente, mantiene a noventa millas de sus
costas a un enemigo al que no ha prestado la atención que sus propios
intereses le demandan actualmente en Latinoamérica.
Una primera lectura de los resultados está asociada a los objetivos
de los organizadores del Foro - la izquierda brasileña - convirtiéndolo
en un Foro anti Davos que se opone al rumbo de la sociedad actual analizada en
el Foro de Davos, agrupando de esta manera la izquierda acéfala tras la
caída del Muro de Berlín. Esta lectura inicial se desprende
directamente del análisisde las discusiones que se desarrollaron en Porto
Alegre durante el Foro, pero como se sabe, no es la única en un
conglomerado ecléctico de tendencias y valoraciones izquierdistas múltiples.
Otra lectura más profunda, asociada a la línea defendida por
los representantes comunistas presentes en el evento, trata de hacer del Foro
anti Davos de Porto Alegre algo más que una reunión izquierdista
de discusión, llevándolo por el cauce peligroso de convertirlo en
una nueva internacional comunista; esta variante se planeó este año
durante la semana anterior a la celebración del Foro anti Davos de Porto
Alegre, en una reunió convocada por los partidos comunistas de América
Latina y Europa celebrada en Montevideo, Uruguay, a escasos kilómetros de
Porto Alegre. El objetivo pretendido por los comunistas es dirigir bajo cuerdas
los trabajos del evento, convirtiendo el Foro anti Davos de Porto Alegre en el
substituto del Foro de San Pablo, organización latinoamericana promovida
por Fidel Castro, que tomó el papel de la Internacional comunista
desaparecida bajo la ruinas del Muro de Berlín.
Una tercera lectura, que forma parte de la óptica interna brasileña,
fue separar los trabajos del Foro anti Davos de las pretenciones comunistas -
sobre todo, de aquellas tendencias que promueven la lucha armada como vía
de acceso al poder político - y que propició en el último
Foro anti Davos de Porto Alegre, el repudio a la presencia de Fidel Castro en el
evento, eliminando también la participación de guerrilleros
colombianos y representantes de la ETA española, entre otras
organizaciones y personalidades reconocidamente beligerantes. Se entendió
por parte del Partido de los Trabajadores, PT brasileño - organizador de
los Foros anti Davos de Porto Alegre - que la asociación del Foro con la
vía armada y revolucionaria, perjudicaría electoralmente al PT
este año, empeñado en su aspiración de llevar a su
candidato Luis Ignacio Lula da Silva a la presidencia de la República,
para lo cual cuenta con altas intenciones de votos. Actuando sobre estas
decisiones, fue que los partidos comunistas reunidos en Uruguay acordaron hacer
un frente común para promover la presencia de Fidel Castro en el próximo
Foro anti Davos de 2003, con la esperanza de plegarlo a sus intereses inmediatos
de fundirlo con el Foro de San Pablo, de tendencia marxista leninista, dominándolo.
Una última lectura de los bastidores del Foro anti Davos, nos lleva a
analizar la sutil pero profunda intervención de la izquierda francesa en
los trabajos organizativos del Foro, aspecto también relacionado con la
política interna brasileña y la política exterior
norteamericana. El PT brasileño es un partido ecléctico, compuesto
por marxistas, troskistas, anarquistas y socialistas utópicos, que tiene
un papel creciente en la vida política nacional; por otra parte, Luis
Ignacio Lula da Silva, presidente de honra del PT, ha sido candidato a
presidente del Brasil en las tres últimas elecciones, sin resultados
positivos, razón por la que se presenta ahora ante el electorado con un
enfoque más hacia el centro, próximo a la social democracia
francesa, alejándose de la línea de Fidel Castro y sus seguidores;
el partido socialista francés, abundantemente representado en Porto
Alegre, no ha estado exento de este cambio de Lula, sabiéndose que
algunos cuadros franceses han viajado al Brasil y ocupan cargos de asesoría
en distintos niveles de las administraciones controladas por el PT en estados y
municipios brasileños, los que probablemente orientaron para eliminar a
Fidel Castro y los izquierdistas beligerantes de la lista de convidados al Foro
anti Davos; esta sugerencia se constituyó en providencial, en función
de haberse descubierto - y hechos prisioneros en Brasil la semana pasada - una célula
de guerrilleros urbanos chilenos entrenados en Cuba, que secuestraron a un
empresario brasileño, por el cual pedían una gruesa suma de dinero
para "la lucha armada", episodio del cual el PT pudo desentenderse fácilmente.
Fidel Castro de nuevo detrás de todo.
Sabiendo de las bases objetivas de las lecturas anteriores, resulta preciso
un análisis que tenga en cuenta el contexto internacional en que estas
tendencias se desarrollan.
Fue Francia, seguido tibiamente por España, el país que abrió
fuego contra Estados Unidos criticando su política actual - impulsada en
parte por el trauma que causara en la sociedad norteamericana el 11 de
Septiembre y los éxitos obtenidos en la guerra posterior contra el
terrorismo - y en parte por la política de "unilateralismos"
propugnada por el presidente Bush y que ya había chocado con la política
internacional de la Unión Europea, EU, a inicios de 2001.
El ministro del exterior francés lanzó una primera ofensiva,
declarando que Estados Unidos era muy "simplista" en su política
exterior actual, criticando la posición de la Casa Blanca en relación
al conflicto árabe israelí; posteriormente, el propio primer
ministro francés, Lionel Jospin, visitante asiduo del Brasil y amigo
personal de Lula da Silva, se declaró contra la política
norteamericana de definir a determinados países como "ejes del mal",
cambiando el anterior apoyo a la guerra anti terrorista por una critica directa
a la posición norteamericana.
En este contexto la izquierda francesa actualmente en el poder, pretende
guiar a Lula da Silva a la silla presidencial, para configurar una alianza
estratégica con el mayor país iberoamericano, líder del
Mercosur, poniendo en peligro el plan norteamericano de instaurar el Área
de Libre Comercio de las Américas, ALCA, iniciando la lucha por el acceso
al mercado sudamericano.
Estados Unidos por su parte, ha aprobado el mayor presupuesto militar de
todos los tiempos, propulsado por una jerarquización desmedida de su
seguridad interna, pero descuidando la política y el comercio
internacional, sobre todo en latinoamericana - sus vecinos cercanos - que ya
procuran apoyo político y quien sabe, económico y comercial, en la
Unión Europea. La nueva tendencia del PT brasileño de ir hacia
posiciones socialdemócratas es positivo y debe ser apoyado, para que la línea
marxista promovida por Fidel Castro no triunfe en el próximo Foro anti
Davos de Porto Alegre, convirtiéndolo en una nueva internacional
comunista. Sin embargo, el apoyo que el PT ha encontrado en el socialismo francés,
de no tener la efectividad que se espera en las urnas, podrá dar fuerzas
a las tendencias marxistas dentro del propio partido, para sumarse a las
intentos del dictador cubano en el próximo Foro anti Davos.
En cualquiera de los casos, Fidel Castro es factor llave con el que los
Estados Unidos tiene que lidiar en Latinoamérica actualmente, no
solamente en el terreno político, o dentro de Cuba, sino también
en toda Latinoamérica, que incluye ahora el resurgimiento del terrorismo
causado por la guerrilla urbana - que se creía superado - y que ha
golpeado con nuevos bríos al Brasil, por intermedio de "combatientes
internacionalistas chilenos" creando un problema diplomático entre
Cuba y Chile, por el encubrimiento brindado al comando chileno desde la Habana.
Los Estados Unidos, demasiado preocupados con su guerra en Asia, asisten
impasibles al avance de la izquierda interna norteamericana empeñada en
levantar el embargo a Cuba para comenzar a negociar con el dictador cubano y no
alcanza a comprender que la dictadura comunista en Cuba, con sus maniobras en el
Foro anti Davos de Porto Alegre y el apoyo a los guerrilleros urbanos que
pululan por toda América Latina, no es un problema exclusivo de los
cubanos exiliados, como que se constituye en un problema estratégico en
la región. Que lo digan sino Colombia, Venezuela, Chile y Brasil,
afectados en este momento por el tumor del radicalismo izquierdista, que el
gobierno cubano continuará alimentando mientras exista.
¿Esperarán los Estados Unidos a tener un gobierno de izquierdas
en Brasil, en coalición peligrosa con Colombia y Venezuela por un lado y
con las izquierdas europeas por otro, para actuar firmemente con quien continua
dando las cartas en Latinoamérica?. De esta manera, queda claro que el "problema
Fidel Castro", deja de ser un problema exclusivamente de los cubanos
exiliados para convertirse en un problema estratégico en la política
latinoamericana. |