Aquí
también hay adictos y vendedores de drogas
Luis Milán Fernández, BPPIL
SANTIAGO DE CUBA, febrero (www.cubanet.org) - La venta y el consumo de
drogas, principalmente por el sector más joven de la sociedad, es uno de
los aspectos que más usa la propaganda política del régimen
de Fidel Castro para criticar a Estados Unidos de América.
Recientemente, en el programa de la televisión nacional "Pasaje
a lo desconocido" se trató este asunto. El conductor del segmento,
que también es uno de los moderadores de la Mesa Redonda (programa político),
analizó el problema de la droga desde varias aristas y concluyó
culpando del fenómeno a la economía de mercado.
Cuba, cuya economía es cerrada, hasta 1990 estuvo bastante al margen
de este flagelo, pero la desesperanza y la falta de oportunidades abrieron las
puertas al fenómeno de la droga en Cuba.
Medicamentos como el Parkinsonil (tabletas) son usados por cubanos cuyo propósito
es evadirse de los problemas de la sociedad. También la marihuana y la
llamada "piedra", una mezcla de cocaína, agua y bicarbonato de
sodio. Cada día hay más adictos, y el mercado de sustancias
prohibidas aumenta.
A ello ha contribuido la falta de libertades, de viviendas, la separación
familiar (el 10 por ciento de los cubanos residen en otros países), la
desproporción entre salario y precio de los productos básicos y
otros aspectos que dañan a la sociedad hace más de cuatro décadas.
La venta de drogas y los adictos son realidades aunque no se quieran
admitir, aunque los medios de prensa nacionales no escriban una sola línea
sobre este problema.
La ganancia que deja el narcotráfico es una tentación muy
fuerte para personas que saben que el falso paternalismo estatal jamás
les resolverá sus necesidades.
Por otro lado, la desesperanza causada por la falta oportunidades para
prosperar asegura un número creciente de consumidores de drogas, que se
evaden de esta realidad a través del estado de euforia a que los conducen
estas sustancias.
Para erradicar este flagelo en Cuba es necesario eliminar las trabas con las
que el régimen mantiene al pueblo en la miseria, en la improductividad,
en el atraso. Mientras esto no suceda, el flagelo de las drogas tiene en la isla
el terreno propicio para florecer.
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