Jorge Salazar-Carrillo.
El Nuevo Herald. Febrero 11,
2002.
Cuando se izaba la bandera el 20 de mayo de 1902, la economía de la
isla de Cuba estaba depauperada y era esencialmente rural. La Guerra de
Independencia se celebraba en el campo, y las ciudades estaban reconcentradas y
hambrientas, ya que la producción agrícola había bajado a
una pequeña fracción de la existente en 1894. Por ejemplo el azúcar,
que había superado ampliamente al millón de toneladas en ese año,
cayó a menos del 20 por ciento en 1898.
Después de la primera intervención americana a cargo de Wood,
que inició una franca recuperación económica al sentar sólidas
bases institucionales para la nueva nación cubana, el gobierno de Estrada
Palma decidió organizar la economía siguiendo un estilo
conservador. Los códigos y métodos seguidos en la época
colonial, que tendían a ser inflexibles, se continuaron utilizando. Por
otro lado, las relaciones internacionales se inclinaron hacia Estados Unidos,
sin que se previera reglamentariamente el dominio de la inversión
americana que inexorablemente se fue imponiendo en el panorama económico
de la nueva república, restando autoconfianza a los nacionales.
En 1902 se firma el primer Tratado de Reciprocidad en el comercio exterior
con Estados Unidos, al igual que el Tratado Permanente, que incluía la
tristemente famosa Enmienda Platt. En adición, Estrada Palma obtiene un
empréstito por $35 millones, el primero de varios que se contraerán,
y generalmente se amortizarán (con una sola excepción) durante la
etapa democrática de Cuba, en contraste con la experiencia durante la muy
posterior dictadura de Castro.
La economía cubana prontamente se abocó a una intensa
explotación azucarera para satisfacer un creciente mercado de exportación.
La desolada economía rural continuaba reponiéndose a través
de la construcción de caminos y carreteras, financiada por el
mejoramiento de los términos de intercambio (principalmente por el alza
de precios del azúcar) de los bienes de importación por los de
exportación.
La reelección de Estrada Palma no fue claramente aceptada por la
ciudadanía, produciendo su dimisión y un vacío de poder que
trajo la segunda intervención americana el 29 de septiembre de 1906
(escasamente cuatro años después de la inauguración de la
República). El interventor Magoon sustituyó al Congreso cubano por
una Comisión Consultiva que elaboró varias leyes fundamentales
como la electoral, la municipal, la del servicio civil y la del poder judicial.
Además de construirse 800 kms. de carreteras y 200 puentes, se amplió
la sanidad en las distintas poblaciones del país. La principal fuente
recaudatoria del gobierno la continuaron siendo los recaudos de aduana, aunque
erosionados por grandes rebajas en pro de los intereses americanos, que aunque
hicieron más asequible el costo de la vida, difícultaron la
producción nacional.
El 28 de enero de 1909 se reconduce el proceso político cubano hacia
la normalidad, con la toma de posesión en el Palacio Presidencial, Plaza
de La Habana, del presidente José Miguel Gómez.
Con la tesorería cubana en quiebra, rápidamente se concertó
un nuevo préstamo para pagar obligaciones, que habían producido un
déficit de cerca de $9 millones. Se aprobaron dos leyes importantes: la
creación de un ejército permanente y la de loterías. Esta última
había estado vigente durante el gobierno colonial, pero recibió el
veto del primer presidente. Durante el gobierno de Gómez se realizaron
innovaciones en los ingenios de azúcar. La economía tenía
un claro Weltanschauung neoclásico, con firme creencia en la división
internacional del trabajo y la libre empresa. El poder económico y político
comenzó a concentrarse en unos pocos grupos, y la distribución del
ingreso empezaba a mostrarse socialmente injusta.
La industria azucarera, basada en sus preferencias en el mercado americano,
resultaba ampliamente más gananciosa que cualquier otro sector. El poder
de los azucareros creció hasta el punto de que en 1912 se autorizó
a la infelizmente célebre United Fruit Company la inmigración de
1,400 haitianos para trabajar en el Central Preston. Esta medida, dictada hacia
el final del gobierno de José Miguel, trajo inmediatas bajas en los
emolumentos de los trabajadores del campo, al igual que gran fermento social.
Finalmente, las exportaciones de Cuba aumentaron de $64 millones en 1902, a
$151 millones en 1910; la población de 1.6 millones de personas en 1900,
a 2.2 millones en 1910; y la producción de azúcar de 300,000
toneladas largas españolas en 1900, hasta 1.843,000 en 1910.
Profesor y director en el Departamento de Economía, Florida
International University e investigador senior no residente de Brookings
Institution, Washington D.C.
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