Soren Triff / El Nuevo Herald, febrero 7, 2002.El Nuevo Herald
Acabó la relación con la revolución
cubana e inician las relaciones con la República de Cuba. -- Jorge Castañeda
La prensa mexicana calificó la reunión entre el presidente
Vicente Fox y los opositores cubanos como ''un encuentro inédito que
marca un hito en la historia de la relación bilateral''. Es cierto. Los
dos pueblos dieron un paso adelante durante esta visita. Los mexicanos avanzan
dentro de la democracia. Los cubanos caminan firmes hacia la libertad.
La entrevista de Fox con los opositores muestra que las relaciones
exteriores de México ya no las decide una elite política. El país
azteca se presenta como líder en el naciente mapa mundial. Los Pinos
escucha al Congreso, pero reconoce la importancia de la consolidación de
la democracia y el respeto de los derechos humanos para Latinoamérica.
Al despolitizar la relación con Cuba, Fox indica a la región
el modo de lidiar con el régimen. Los políticos latinoamericanos
también tienen que escuchar la voz de la sociedad civil y de la oposición.
Jorge Castañeda, el canciller mexicano, consolida su posición
como arquitecto de las nuevas relaciones internacionales mientras proporciona a
México relieve en el mapamundi moderno. Al asentar las nuevas coordenadas
de las relaciones entre los países de la región, fomenta un
ambiente favorable para que los gobiernos democráticos impulsen la idea
de que hay valores humanos que trascienden las obsoletas fronteras nacionales.
Es importante que haya sido Fox quien se reuniera con los activistas democráticos,
porque México tiene conocidas credenciales de ser independiente. El
encuentro acaba con la leyenda negra de que todo el que no piensa como Castro es
un lacayo del imperialismo.
La legitimidad de los opositores sigue creciendo. Los activistas se
convierten en fuente de reafirmación para otros. Antes los peregrinos políticos
iban a Cuba para obtener carta de ciudadanía revolucionaria. Ahora quien
visita Cuba y no muestra solidaridad con disidentes como los que dialogaron con
Fox --Oswaldo Payá, Elizardo Sánchez, Raúl Rivero, Martha
Beatriz Roque, Héctor Palacios, Manuel Cuesta y Osvaldo Alfonso-- no podrá
mostrar credenciales democráticas.
Los opositores mantienen una discreta, pero sostenida, ofensiva. Aprenden rápidamente
a utilizar la nueva herramienta de la legitimidad y la opinión pública
internacional. Junto a la indignada denuncia de los abusos del régimen,
aprovechan las visitas de dignatarios para anunciar programas políticos,
económicos y sociales democráticos, civilizados, atractivos para
un observador imparcial. El discurso del régimen no puede competir. Los
opositores ganan cada día más cerebros en el interior, y más
corazones en el exterior del país.
Estos encuentros proporcionan prestigio adicional a los opositores ante la
clase media, desde los ''compañeros empresarios'' hasta las amas de casa.
El respeto que figuras internacionales muestran por los activistas contribuye a
que la ''burguesía'' --en especial la Seguridad del Estado-- vea que la
oposición es la representante de sus aspiraciones, pero algo más
importante, que reconozca que las posibilidades de éxito de la oposición
son reales y cada vez mayores. Una nueva generación se encuentra en pleno
proceso de identificación con nuevos valores modernos, y eso no lo
detiene nadie.
La reunión de los opositores señala la continua caída
de la legitimidad internacional del comandante. Castro --que ya compartía
el escenario con sus opositores-- pierde terreno a una velocidad creciente. Su
imagen negativa y su discurso vacío, su identidad infantil-senil
revolucionaria no puede competir con la civilidad, moderación, madurez, y
modernidad de la oposición.
Castro popularizó la barba y el uniforme militar, pero la imagen
regresa personificando a los peores enemigos de Occidente. Hoy los terroristas
llevan el atuendo castrense y sus imágenes se demonizan por televisión
a diario. Los jóvenes ya no usan barbas al estilo de Castro, es el
comandante quien lleva barba a la moda de Osama bin Laden. Para millones de
televidentes, Castro es quien viste uniforme militar al estilo de Saddam
Hussein. Su discurso de odio contra Estados Unidos tuvo impacto, es cierto, pero
ahora no lo enarbolan las juventudes progresistas del mundo, sino unos fanáticos
que odian la vida moderna, la libertad, la igualdad de derechos, y quieren
regresar al arcaico mundo anterior a la división entre Iglesia y estado.
Castro, según informó Reforma, decidió acompañar
a Fox a todas las actividades, pero el ''gardeo cerrado'' no pudo impedir que el
presidente democrático se reuniera con los opositores. Cien años
después del inicio de relaciones diplomáticas entre México
y Cuba, el dictador más viejo de América Latina no pudo evitar que
los dos pueblos se dieran otra vez la mano.
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