Cary Torres Vila. Economista cubana, ex-profesora de la
Universidad de La Habana. Residente en Cantabria. El Diario.
España, febrero 6, 2002.
EN la cárcel recientemente construida en el territorio de la Base
Militar de Guantánamo, con el objetivo de recluir a los terroristas
tomados prisioneros durante la operación antiterrorista llevada a efecto
en Afganistán como respuesta a los ataques suicidas a New York y
Washington y como inicio de una cruzada contra el terrorismo a nivel mundial, ya
suman 144 los reclusos.
La Cruz Roja, Organizaciones de los Derechos Humanos y la prensa
internacional centran su atención en este punto de la Isla de Cuba por la
supuesta violación de los derechos humanos de los prisioneros. Se han
mostrado imágenes, donde aparecen los presos con los ojos y oídos
tapados, así como con guantes, y la prensa española habla de
privación sensorial, método utilizado con anterioridad en los países
del bloque socialista. Lo que no se aclara es si esos medios se los aplican al
sacarlos a tomar el sol, que es como aparecen en las imágenes, o se les
mantiene privados de sus sentidos en las celdas. En tanto que lo primero sería
una medida justificada ante la peligrosidad de los sujetos, lo segundo sería
un trato inhumano y merecería nuestro repudio.
Es válido y legítimo que la comunidad internacional manifieste
preocupación por la observancia de los derechos humanos de un limitado
grupo de prisioneros-terroristas, pero es oportuno recordarle a esa misma
comunidad internacional, que en esa isla a solo unos metros de allí se
violan de forma permanente los derechos humanos de más de 11 millones de
cubanos y se priva de derechos ciudadanos a más de 2 millones de cubanos
esparcidos por el mundo.
A unos de 1 00 kilómetros se encuentra la cárcel de Boniato,
famosa por la crueldad con que se trata a los presos políticos y por sus
celdas tapiadas. En la isla de Cuba, en las instalaciones de la Seguridad del
Estado, se somete a los detenidos a cámaras de temperatura, al silencio
absoluto, al cambio constante de horarios de comida, a cambio de colores del
local a través de iluminación, a largos períodos de
iluminación intensa y otros tipos de torturas, con el objetivo de
desequilibrar el ciclo vital de los individuos y su sistema nervioso. Son pocos
los que salen de las paredes de Villa Marista y cuentan lo que sucede allí
dentro, como norma esquivan el tema, lo cual hace suponer, que salen bajo
amenaza.
Es más, fuera de las prisiones, en la vida cotidiana a miles de
opositores y «marcados» se les somete a una vigilancia y acoso psicológico
constante, se les perturba la tranquilidad de su hogar, se les crean estados de
opinión desfavorable en los ambientes en que se desarrollan. No están
seguros en ninguna parte.
La totalidad de la población no solo está sometida a amenazas
veladas, limitaciones y prohibiciones innecesarias, sino que el aparato de
propaganda político-ideológico del régimen le impone una
carga psicológica de tal magnitud, que lleva a muchos individuos a
padecer de trastornos mentales, a presentar un rechazo hacia los medios de
comunicación, hacia el entorno.
Señores de la comunidad internacional, en la isla de Cuba hay más
de 11 millones de personas presas, deseando escapar de las mazmorras castristas,
cuyas bellas playas se han erigido en rejas que rodean la ínsula.
Y dentro de ese enorme recinto carcelario existe todo un conjunto de
presidios de menores dimensiones, pero de peores condiciones, donde se mezclan a
los reclusos políticos con los comunes, pues quien se opone al régimen
castrista recibe el tratamiento de delincuente. Señores de la comunidad
internacional, irónicamente, en Cuba no hay opositores ni presos políticos
por voluntad gubernamental. En Cuba hay un pueblo sojuzgado por un Estado
terrorista.
La preocupación por el pueblo cubano hace sentir misericordia por
cualquier ser humano que se encuentre en situación de infortunio, aún
aquellos responsables de crímenes de lesa humanidad, aún aquellos
que ni con sus vidas pueden reparar el daño cometido. Por ello nos
complace escuchar del ministro de Defensa de los Estados Unidos, que se le
suministran tres comidas diarias adaptadas a su cultura, que reciben atención
médica, se les permite practicar su religión, y están
limpios, secos y a salvo. No obstante, siempre es oportuno recordar, que un
terrorista es un ser humano; deformado, aberrante, pero un ser humano. Y como
ser humano merece respeto a su dignidad humana, merece un juicio justo y una
buena defensa.
El mundo civilizado está en la capacidad de demostrar, que su sistema
jurídico es válido para luchar contra el terrorismo y los
terroristas, que ni siquiera el terrorismo salvaje, y éste siempre es
salvaje, del grupo Al Qaeda puede mover los sólidos cimientos de la
sociedad occidental.
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