Josep Escarré.
La Vanguardia - - 03.30 horas -
05/02/2002
Fue el galán hispano más popular de Hollywood... hasta que
desembarcó allí un malagueño que atendía por Antonio
Banderas que, tras convertirse en "el rey del mambo", le desbancó.
Lo que quizás no sabe mucha gente es que, sin querer, García
contribuyó al espaldarazo de nuestro actor más internacional y,
aunque parezca mentira, incluso a su divorcio y posterior boda con Melanie
Griffith. ¿Por qué? Pues muy sencillo: cuando preparaba "Two
much", el primer candidato que Fernando Trueba consideró para
protagonizar su comedia más americana no fue otro que Andy García.
Pero, si hemos de hacer caso a los mentideros de Hollywood, la mujer del actor,
María Victoria Gracia, no era muy dada a que su marido rodara fuera de
Los Ángeles porque, al parecer, era propenso a continuar los romances con
sus "partenaires" femeninas incluso después del "¡corten!"
(se habló especialmente de su relación con Uma Thurman, con quien
rodó "Jennifer 8"). De manera que fue Antonio Banderas quien se
hizo con el papel y... lo demás ya es historia. Lo que son las cosas.
De todas formas, Andrés Arturo García Menéndez, que ese
es su verdadero nombre, ya era una estrella cuando rechazó la oferta de
Trueba: a los 31 años ya había sido uno de "Los intocables de
Eliot Ness" a las órdenes de Brian de Palma y, tres años
después, su papel de Vincent Mancini en la tercera entrega de "El
padrino" le valió sendas nominaciones al Oscar y al Globo de Oro
como mejor actor de reparto. ¿Qué pasó luego? Quizás
un ojo no muy avispado para elegir guiones le relegó a una -siempre
relativa- segunda división, con excepciones como "La noche cae sobre
Manhattan". Ahora, con su papel de multimillonario propietario de tres
casinos en Las Vegas en "Ocean's eleven" -"remake" de la mítica
"La cuadrilla de los once" que Frank Sinatra y su Rat Pack
protagonizaron en 1960- vuelve a la primera acompañado, entre otras, por
estrellas como Julia Roberts, George Clooney, Brad Pitt y Matt Damon, que le
roban hasta la camisa bajo la atenta mirada de Steven Soderberg.
Como otros tantos compatriotas suyos, García salió por pies de
Cuba poco después de que Fidel Castro subiera al poder y desembarcó,
cómo no, en Miami, donde su padre, que era abogado, y su madre, profesora
de inglés, establecieron un próspero negocio de cosméticos
y perfumes. El pequeño Andy tenía sólo cinco años.
Tras abandonar una prometedora afición al deporte -padeció
mononucleosis y hepatitis-, estudió interpretación en la
Universidad de Florida. Se fue a Los Ángeles a buscar una oportunidad y,
tras ser camarero y botones, intervino en el primer episodio de la serie
televisiva "Canción triste de Hill Street" y ahí empezó
todo.
Aunque nunca ha parecido un extraño en el paraíso
hollywoodiense, sí ha manifestado en alguna ocasión que "no
echo nada de menos en mi vida, excepto Cuba". No eran sólo palabras.
Como buen cubano, es un apasionado de la música, y así lo demostró
cuando se puso tras la cámara para dirigir el documental "Cachao,
como su ritmo no hay dos". Lo que él llama un "boicot emocional"
le impide volver a Cuba mientras Castro siga en el poder. No es el único.
LA ANÉCDOTA
Aunque se dice que no va de estrella, lo cierto es que en una ocasión,
cuando estuvo en Madrid promocionando una película, el actor, entre otras
cosas, exigió un modelo concreto de avión privado, un piano blanco
en su suite, dos coches blindados y seis guardaespaldas. Mientras sea uno, un
mal día se le puede perdonar.
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