Oscar Peña. Posted on Tue, Feb. 05, 2002
El Nuevo Herald.
Los cubanos a lo largo del antepasado siglo manifestaron una vigorosa y
persistente voluntad política de libertad e independencia ante España.
Estados Unidos no se decidió a intentar la anexión de Cuba --entre
otras valoraciones-- por la existencia de una conciencia independentista que no
podía ser subestimada.
Sin embargo, la intervención norteamericana en la segunda guerra de
los cubanos en 1898 y su participación en el nacimiento de la república
hizo decaer esa voluntad de independencia y nos fue convirtiendo --hasta hoy--
en ciudadanos muy dependientes de los Estados Unidos.
El nacer Cuba con el arrastre de haber sido colonia por muchos años y
el bautizo en 1902 del establecimiento de un modelo neocolonial hizo que ese
defecto político se transformara en patológico para todos los
cubanos en estos 100 años. Incluyendo a las autoridades actuales de Cuba,
que no hacen cambios, ni reformas políticas y económicas serias en
la sociedad cubana hasta que Estados Unidos no cambie su política hacia
ellos. Eso también es dependencia política de Fidel Castro. Todavía
hoy, en el centenario de Cuba, el régimen en el poder y su oposición
hacen autodependencia de los Estados Unidos.
Las últimas generaciones de cubanos formados en la isla que hemos
sido bombardeados con la propaganda diaria contra Estados Unidos por más
de 40 años debemos conocer la verdad histórica para dominar dónde
están nuestros fallos y rectificarlos. Lo cierto es que desde que nacimos
como república ha sido más el interés de los propios
cubanos por involucrar a los norteamericanos en nuestros problemas nacionales
que el interés de ellos. Los norteamericanos no han sido malvados con
nuestro país en ningun sentido. Han sido cubanos los que los han invitado
e incitado siempre a tener con Cuba los pocos errores que han cometido. Es
penoso. Desde el primer presidente de Cuba, don Tomás Estrada Palma,
hasta distinguidas y decentes personalidades cubanas de hoy han invitado e
invitan --de una forma u otra-- a los norteamericanos a intervenir en la problemática
cubana. Los Estados Unidos quieren ser nuestros mejores amigos y vecinos, no
nuestros amos, ni los responsables de nuestra incompetencia política.
Evidentemente la salud política de Cuba no ha estado bien en estos
100 años. Ejercicios democráticos sólidos y permanentes han
sido sólo breves paréntesis. Esa asignatura la tenemos sin aprobar
todavía los cubanos.
No así en el campo económico y social, donde desde los
primeros momentos la república de Cuba dio grandes saltos y llegó
a planos estelares. No es ninguna falta de modestia reconocerlo. Hemos sido
grandes triunfadores en estos 100 años en todas las otras esferas de la
sociedad cubana. Aun hoy, con el totalmente cerrado espacio que se ha implantado
en Cuba para el desarrollo de sus nacionales, éstos dan muestras de que
no han perdido su vigor e iniciativa mercantil. Y Miami es el más
convincente y alto ejemplo del excelente mérito económico de los
cubanos en libertad. Ello es sello de garantía para el futuro cubano.
Inevitablemente la celebración del cumpleaños 100 de Cuba
tiene que tener --si somos honestos-- un sabor dulce y amargo. Dulce porque todo
no ha sido negro, y amargo porque hemos sido y somos los propios cubanos los
responsables de nuestros problemas.
Aun con esas mataduras de nuestros bisabuelos, abuelos, padres y de nosotros
mismos podemos sentirnos orgullosos de ser cubanos. Somos una buena raza y un país
joven que sabrá aceptar el reto de encarar los puntos débiles. El
crecer democráticamente no es una opción para los cubanos, es una
imperiosa necesidad.
Licenciado en ciencias sociales e historia.
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