Jorge Hernández Fonseca /
Cubanueva.com.
El rechazo categórico del Comité Organizador del Foro anti
Davos de Porto Alegre, a la participación de Fidel Castro en las
actividades del evento internacional más prestigioso que organiza la
izquierda actualmente, además de constituirse en un hito histórico
importante, es un síntoma inequívoco de deterioro del prestigio
belicoso del otrora invencible comandante; este hecho muestra inequívocamente
la opción de la izquierda hacia métodos diferentes a los
defendidos por Cuba para la solución de los conflictos en la arena
internacional.
El intento aventurero de Bin Laden y su banda terrorista - claramente contra
la civilización occidental - y la fuerte y determinada reacción de
los Estados Unidos castigando semejante desvarío, no han dejado margen a
dudas sobre la necesidad de usar métodos pacíficos en los
diferendos de cualquier tipo, cuando pudieran cobrarse vidas inocentes en el
intento.
En el pasado reciente, sucesivos encuentros y manifestaciones en Seattle,
Montreal y Génova, cristalizaron una nueva izquierda, que no tenía
como santos patronos a Marx ni a Lenin, cuyas teorías había sido
derrotadas en buena lid; se hablaba en métodos revolucionarios para
atacar la globalización y sus manifestaciones y se repudiaba el modelo
neoliberal, como culpable por las desigualdades existentes y contra los cuales
comenzó a usarse la violencia como método.
En ese marco se celebró el primer Foro anti Davos de Porto Alegre el
año pasado, donde la nueva izquierda se reunió, con Cuba como
convidada de honor; participó del evento Ricardo Alarcón, una de
las figuras más cercanas a Fidel Castro, colaborando en la única
actividad interesante que ocurrió en la cita, la invasión de un
campo de investigaciones, donde destruyeron nuevos cultivos, laboratorios,
registros y computadoras: una verdadera barbaridad.
La cultura de la violencia basada en el marxismo, había sido
experimentada también en los fracasados países ex socialistas - en
los que se implantó un régimen de odio hacia la sociedad
civilizada - y en los ataques terroristas del 11 de Septiembre a Nueva York y
Washington - con más de 3,000 víctimas inocentes - como
consecuencia de los cuales esta filosofía comenzó su declino;
simplemente el mundo no soporta más equivocaciones adicionales usando el
odio como método de conseguir objetivos supuestamente justicieros.
Por otro lado, el desastre material, social y espiritual existente en la
Cuba de hoy, la violación de los más elementales derechos humanos
de los cubanos en la isla, la condición infrahumana a que son sometidos
los presos políticos dentro del país, los canallescos métodos
de represión que usa la policía política cubana con simples
opositores pacíficos, son los ejemplos más acabados de lo que
sucedió en el mundo ex socialista derrotado y muestran claramente las
causas que motivaron su repentina desaparición - nadie los obligó
- señalando un camino inequívoco por el cual la sociedad no puede
más intentar resolver sus problemas sociales actuales y que la nueva
izquierda comienza a reconocerlos como francamente detestables.
En parte por eso existe un Foro de Davos, con un determinado punto de vista
y por eso existe otro Foro anti Davos, con otro punto de vista diferente; la
sociedad debe dar la más absoluta libertad de Foros, en los que se
permita analizar pacíficamente los problemas, tratando de encontrar
soluciones; lo que no puede volver a ocurrir es que líderes de la calaña
de Fidel Castro o Bin Laden, usurpen las tribunas que el mundo pone a disposición
de los hombres libres, para continuar con la práctica de pregar sus
doctrinas de odio contra todas las banderas.
Es por eso que finalmente la propia izquierda ha repudiado las razones del régimen
Castrista, vetando su participación en el Foro anti Davos de Porto
Alegre, como impidió también la participación de la ETA
española y los guerrilleros colombianos. Violencia nunca más.
A la luz de la salvajería escenificada el 11 de Septiembre en Estados
Unidos, las celebraciones de los dos Foros antagónicos estuvieron este año
marcados, indudablemente, por el trauma internacional que semejante barbaridad
ocasionara. En un caso, el Foro de Davos decidió organizar la discusión
directamente en Nueva York, rindiendo tributo a sus mártires; en el otro,
la propia izquierda impidió la asistencia de los culpables por la política
de violencia en el mundo, para lo cual los acontecimientos de Nueva York y
Washington fueron catalizadores.
Este divisor de aguas lleva en cuenta también el trauma ocasionado
por el fracaso de la experiencia socialista, a partir del cual, el marxismo ha
dejado de ser el hilo conductor de la posible solución de los problemas
económicos, y los métodos dictatoriales leninistas han dejado de
ser la escuela subversiva infalible para obtener la justicia social; la nueva
izquierda no habla de capitalismo, habla de un "modelo" dentro de ese
capitalismo, el modelo liberal; no culpa como antes al imperialismo por los
males de la sociedad, culpa a la globalización; lenguaje y métodos
han cambiado y por eso tanto en Davos como en el anti Davos, se analizan
problemas semejantes y aunque no se propongan similares soluciones, las
posiciones son más cercanas, sobre todo, a partir de la exclusión
de guerrilleros, etarras, talibanes y fidelistas, cuyo tiempo, por suerte, está
llegando - no sin dolor - a un final obligado de entendimiento.
Esta tendencia a jerarquizar los métodos pacíficos para
reclamar la justicia social, aunque es una tendencia visible y fortalecida
actualmente, desgraciadamente no es general; todavía subsisten otras
tendencias y organizaciones que pregonan la violencia; de hecho tanto el Foro
anti Davos de Porto Alegre como el Foro de Davos de Nueva York se han visto
sometidos a protestas callejeras, que solamente han sido pacíficas en la
medida que la policía de ambos países han tomado la medidas
necesarias, incluso haciendo presos entre los bandos belicosos.
Por otra parte, subsisten organizaciones con añoranzas de los tiempos
marxistas, como la de la argentina Hebe Bonafini, que se encontraba en la Habana
durante los atentados del 11 de Septiembre, y dijo haber sentido una profunda
satisfacción por los ataques terroristas a los Estados Unidos; ahora en
Porto Alegre, a pesar de haber sido excluida de la lista de convidados al evento
- por similares razones que fue excluido Fidel Castro - apareció en la
ciudad brasileña para declarar que el Foro anti Davos de Porto Alegre se
está convirtiendo en un Foro social demócrata, lanzando dardos
envenenados contra el Comité Organizador del evento por no haber
convidado a Fidel Castro y al resto de los terroristas que tanto ama.
A personas como la señora Bonafini se le están acabando sus héroes:
ya Bin Laden ha salido de la escena y probablemente el mundo nunca más
asista al destile de veneno que significan sus videos y mucho menos a sus
cobardes ataques; Fidel Castro todavía no ha salido de la escena, pero
muestra una docilidad nunca antes vista, que lo ha llevado a aceptar el triste
papel de carcelero de talibanes en su propia tierra, a miles de kilómetros
de la tierra de los héroes de la Bonafini; adicionalmente, la izquierda
brasileña - prestas a iniciar una carrera electoral por la presidencia de
ese país sudamericano - muestra su decisión de deshacerse de compañías
peligrosas como Fidel Castro, guerrilleros colombianos y terroristas de la ETA.
El desplante de la izquierda internacional con el dictador cubano es una
muestra inequívoca del cambio de enfoque realmente acontecido en las
valoraciones de este campo político a nivel internacional; sin dudas, la
nueva línea ha sido guiada por dos grande hechos: el fracaso del marxismo
leninismo como opción para la solución a los problemas socioeconómicos
actuales y la erradicación de los métodos violentos en la lucha
para reclamar los derechos como consecuencia de los actos terroristas del 11 de
Septiembre en Estados Unidos.
La nueva izquierda, aunque ecléctica, ha comenzado a dar pasos firmes
en la dirección de la aceptación de las reglas democráticas,
en cuyo camino los denominados países ricos del mundo actual, han sabido
resolver los problemas sociales que ya tuvieron en el pasado, y sin los cuales,
no es posible llevar la justicia social a sus naciones, consiguiendo cuando más,
la caricatura grotesca de dictadura empobrecida y miserable que muestra Fidel
Castro en su isla.
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