Sembrando
ideas
Adrián Leyva Pérez, Grupo Decoro
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - En el agromercado estatal ubicado en
Colón y Vía Blanca, cercano a la Ciudad Deportiva, en el municipio
capitalino Cerro, se puede leer la siguiente proclama: "Sembrando ideas
para el desarrollo agropecuario en la agricultura urbana". El cartel causa
diariamente un sinnúmero de risas burlonas y comentarios entre los
clientes de este comercio. No es para menos, porque este mercado apenas tiene qué
ofertar.
Algunas de las manifestaciones más escuchadas son las siguientes: "Van
a vender ideas de boniato y calabaza", "Nos irán a llenar el
estómago con ideas", "Con lo altos que están los
precios, ¿por qué no tienen la idea de rebajarlos?"
Como el gobierno de Fidel Castro no ha podido solucionar la crisis en que
sumió al pueblo en todos los órdenes de la vida desató una
campaña propagandística denominada "batalla de ideas",
con la cual trata de desviar la atención de la opinión pública
de asuntos como los bajos salarios, la alimentación insuficiente, la
crisis de la vivienda, del transporte y otros problemas que sufren los cubanos.
Cuba tiene una precipitación promedio anual que supera los 900 milímetros,
cuenta con un sistema de presas y micropresas, y un 75 por ciento del territorio
nacional es fértil, por lo que muchos campesinos aseguran que es una
tierra bendecida por Dios. Sin embargo, las producciones agropecuarias no
satisfacen ni siquiera la demanda de la población.
Cuando el actual gobierno arribó al poder había poco más
de cinco millones y medio de habitantes, la masa ganadera era de alrededor de
900 mil reses por cada millón de cubanos y la agricultura cubría
la demanda interna. Sólo se importaba algunas cantidades de arroz y otros
granos. Además la producción azucarera sobrepasaba la tonelada por
habitante, a pesar que en ese entonces no contaba con la mecanización de
estos tiempos.
Luego de las leyes de reforma agraria el régimen de Castro controló
las producciones en granjas al estilo soviético, comenzando de esta
manera el proceso de incapacitación del ramo, porque los campesinos
pasaron a ser obreros agrícolas, se desestimuló la actividad y
comenzó una emigración hacia las ciudades que desplobló las
zonas rurales.
El gobierno castrista adoptó otras medidas que no sólo dañó
a la agricultura sino que también impactó negativamente el
medioambiente. Entre ellas vale recordar la tala de bosques y arboledas
frutales, el llamado plan arrocero de la Ciénaga de Zapata, la zafra de
los diez millones, los tremendos planes lecheros y el Cordón de La
Habana, todos los cuales terminaron en rotundos fracasos.
Al comienzo del llamado período especial, eufemismo con que los
funcionarios denominan a la época posterior al derrumbe del bloque soviético
que terminó con las subvenciones al gobierno de Castro, éste inició
el Plan Alimentario, cuyos pobres resultados lo condenó al fracaso casi
desde el inicio.
En la actualidad, la producción agropecuaria es insuficiente y la
mayoría de los productos que se venden de manera liberada proceden de los
campesinos independientes, aunque los precios no están al alcance de la
generalidad de los cubanos.
La cuota que el régimen le vende a sus gobernados mensualmente a través
de la libreta de racionamiento sólo alcanza para los diez primeros días
de cada mes.
En este contexto, es comprensible que el cartel ubicado en el agromercado de
Colón y Vía Blanca dé risa en vez de esperanza.
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