A paso de
bastón: visitar a Fara
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Visitar a mi colega Fara Armenteros ha
devenido además de un placer una aventura peligrosa. Nuestro contacto se
ha hecho cada vez más frecuente, debido a responsabilidades compartidas
en la coordinación del trabajo de los periodistas independientes
colaboradores de CubaNet. Es normal que nos telefoneemos a diario y debo
emprender un viaje de más de diez kilómetros hasta su hogar casi
todas las semanas, distancia que a bordo de mi motocicleta (briosa y resabiosa,
valga la cacofonía) es de por sí jugarse la vida, tratándose
de La Habana.
Fara Armenteros es ya una clásica abuela cubana de piel negra, cuya
generosa humanidad de más de 200 libras de peso la hace proclive a la
bonachonería. Pero es periodista independiente cubana. Su hogar, algo así
como uno de nuestros vivaques para tertulias, brilla por una humildad que
desmiente las opiniones vertidas sobre nuestras supuestas riquezas mercenarias
en otras "tertulias", en este caso las mesas redondas televisadas del
gobierno de Fidel Castro. En casa de Fara la gente "llega y planta",
se dice en castellano de Cuba.
La Cooperativa de Periodistas Independiente, el Grupo de Trabajo Decoro, La
Unión de Periodistas y Escritores Cubanos Independientes (dirigida por
Fara) y la agencia Cuba-Verdad, principalmente, han sido protagonistas en lo que
va de año de un serio esfuerzo de colaboración y coordinación
entre lo que pudiera llamarse la "CubaNet de la isla", cuyos frutos ya
se están cosechando. Uno de ellos es la reorganización de la
Federación de Periodistas Cubanos (FEPEC); otro, la estructuración
de las comunicaciones con la "CubaNet del exilio", la cual ha dado
mejoras en todos los sentidos. Por todo ello, mi contacto con Fara es casi
diario.
Por teléfono, casi nunca problemas. Pero viajar hasta su hogar es una
aventura peligrosa, más si se tripula una motocicleta como mi nombrada El
Engendro, que lo mismo salva la vida que resbala en 31 de diciembre, sin un
traguito de ron encima. ¿Por qué tanto riesgo? Porque viajar desde
mi hogar en el municipio Centro Habana hasta el domicilio de Fara en el de Diez
de Octubre, implica tomar por la calzada del mismo nombre, inmortalizada por
Eliseo Diego en su magnífico poemario titulado con la verdadera y
original identidad de esa arteria citadina: En la Calzada de Jesús del
Monte.
Jugarse la vida. La Calzada de Diez de Octubre es más o menos
estrecha, pese a ser una de las más importantes avenidas de la ciudad.
Por ella circula día y noche un festival de vehículos de todas
clases, cuyas distintas velocidades promedio son incoordinables en términos
de flujo de transporte: metrobuses o "camellos", autos, motocicletas,
bicicletas, carros tirados por caballos y mulas, transeúntes
desprevenidos y más o menos tendientes al suicidio, diríase
enloquecidos por el pensar en las vicisitudes cotidianas.
Llama la atención la notoria cantidad de automóviles privados
que se dedican al transporte de pasajeros, casi todos modelos anteriores a 1959
y llamados por la población "almendrones". Me atrevo a estimar
que transportan a no menos del 30 por ciento de los pasajeros en la populosa
calzada, y creo que peco de conservador.
Pero el peligro mayor de la Calzada de Diez de Octubre no está ni en
los vehículos a montón ni en los peatones distraídos o
imprudentes. Su trampa mortal puede compararse con el paso a través de un
campo minado, pues el conductor de cualquier tipo de vehículo sabe que
deberá recorrer un largo paseo repleto de agujeros en el pavimento -¡agujeros,
nada de huequitos!- o de reparaciones de éstos de tan mala calidad como
para recordar aquel dicho mexicano: "¡No me defiendas, compadre!".
Imagine transitar por una incontable sucesión de agujeros y pequeñas
elevaciones nacidas, al parecer, porque los supuestos reparadores no se molestan
en aplanar el pavimento como se debe para así lograr un camino de paso
estable. Entonces, si se conduce una motocicleta el acto deviene ejercicio acrobático:
sortea el agujero, bordea la colinilla y sufre de estrabismo entre mirar hacia
delante y vigilar por el espejo retrovisor al "almendrón" que
se te encima, más el ligero aderezo del infractor de turno. Además,
evitar las tentaciones: ¡qué ninfas, pero qué ninfas en la
Calzada de Diez de Octubre!
Visitar a mi colega Fara es un auténtico placer. Pero llegar a su
hogar, lo aseguro, es algo más que el reto del cariño y la
colaboración entre periodistas independientes reportando desde Cuba bajo
el gobierno de Fidel Castro, tan ocupado en asuntos como los de la Comisión
de Derechos Humanos de la ONU que ni tiempo tiene de pavimentar las calles como
Dios manda, en su carácter de responsable máximo, precisamente por
ser gobierno.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|