Rudesindo
pierde clientes
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Rudesindo, mi vendedor de periódicos
preferido, una vez más me ha atronado con sus toques a la puerta. No para
dejarme las cotidianas paginitas de la prensa oficiosa. Cuando sus nudillos como
troncos se lanzan al asalto de la madera es que este maestro jubilado, que
entretiene su vida voceando en las calles, trae inquietudes y temas de discusión.
Rudesindo está enfurecido: uno de sus clientes habituales renunció
a comprar los diarios. Para él, motivo suficiente para casi derribarme la
puerta e inundarme la sala con el humo de las tagarninas infernales que
acostumbra a fumar.
"Este negocio está cada día peor -afirma. Ese cliente me
ha dicho en mi propia cara que ya no hay nada interesante que leer en los periódicos.
Todo es política, batalla de ideas, discursos del Comandante, del
Felipito Pérez Roque. Me dijo que la única Ginebra que le
interesaba era la de la botella. No quiere saber una palabra de la Comisión
de Derechos Humanos".
Una butaca cruje bajo el peso de Rudesindo. Me tomo un tiempo haciendo como
que ordeno los papeles, siempre presentes en mi atestado buró. Rudesindo
espera. El sabe que jamás inicio ese tipo de conversaciones sin antes
brindar un café.
"Mira, Rude, yo sé que la prensa cubana está en estado crítico.
Es una barbaridad de opiniones y casi nada de información. Pero, no sé,
creo que exageras un poco".
"No Davicito, la cosa es más seria. Desde hace varios meses
estoy perdiendo clientes. La gente dice que con ver la televisión le
basta, y eso si pueden ver algún programa interesante después del
'curso de ideologías'".
"¿Tú crees que Elián tenga la culpa?"
"Por ahí anda la cosa. O por lo menos comenzó por ahí
-responde El Rude. Todo eso de la batalla de ideas le está complicando la
vida a los vendedores de periódicos. En firme que te lo digo. Y como ya
la gente tiene más o menos su dolarito para comprar papel sanitario, ni
para limpiarse el culo están usando los periódicos".
Rudesindo me hace pensar. Efectivamente, obtener datos para mis estudios
estadísticos, tomando a la prensa oficiosa como fuente, ha pasado a ser
de una cosecha más o menos estéril o como buscar una aguja en un
pajar. Y es verdad lo dicho por mi amigo: cada vez observo menos información
que satisfaga necesidades de la población, simples necesidades comunes y
corrientes. Incluso, por estos días he constatado que nuevos y útiles
servicios ya en oferta son absolutamente desconocidos por el público,
debido a la falta de difusión.
Comparto estas impresiones con mi amigo, quien coincide conmigo. Pero como
no renuncio al vicio de la entrevista, le pregunto: "¿Y qué más
observas?"
Rudesindo se arrellana en la butaca. Ha bebido el café y la tagarnina
se le apagó. Pero no me tortura con el reencendido de la infernal
fumarola.
"Davicito, si quieres toma de ejemplo a la zafra. Es lo más
misterioso del mundo. Yo creo que en meses no ha aparecido en los periódicos
una información de interés nacional. Todo es un datico de tal
central, un reportajito de unos macheteros, un asuntico de combinadas. Nada,
compadre, huesitos sin sustancia. Y si la memoria no me falla, el Granma yo creo
que no ha publicado ni una vez cómo está el rendimiento industrial
azucarero en lo que va de zafra".
"¿Y por qué piensas que eso está pasando?"
"¡Periodista! ¿A mí me vas a preguntar? ¡Averígualo
tú!"
Y se levanta de la butaca para marcharse, como siempre, cual tromba. Y me
deja en el pasillo, ya encendida la tagarnina, el olor de la infernal fumarola.
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