Donde se
viola el derecho a Internet
Tania Díaz Castro
LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Hace sólo un mes que poseo una
computadora por primera vez en mi vida. A los 62 años de edad no me ha
sido fácil escribir y guardar en una carpeta el texto que redacto. Han
sido muchos los años de retraso que sufre el país.
Los primeros días estuve buscando un profesor de computación y
no lo encontraba. Hace una semana cayó casi del cielo un joven de
alrededor de 30 años, profesor de esa especialidad en una dependencia
estatal.
Me pidió que no hablara con nadie sobre el trabajo que realiza de
forma particular con el fin de obtener unos dólares, algo que su salario
no le proporciona. Yo también le advertí que no dijera a nadie
sobre su amistad conmigo. No sé qué le pasaría si la policía
política sabe que un profesor de computación del gobierno le
imparte clases a una periodista independiente. Así son las cosas...
Lo que más me agrada de esta tecnología es que me permite
escribir en total silencio, lo que conviene a mi trabajo, casi clandestino. Todo
lo contrario a lo que ocurría con mi antiquísima y entrañable
máquina portátil Olympia, con la que he escrito a todo ruido, lo
mismo de día que de noche, hace más de cuarenta años.
Pero hasta hoy mi computadora sólo me sirve para escribir y guardar
carpetas. No tengo, claro está, derecho a navegar por las autopistas
informáticas. Mucho menos pienso en lograrlo. El acceso al ciberespacio
es privilegio de unos pocos en Cuba.
Indagando sobre esto he podido saber que ni siquiera pueden obtener acceso a
Internet los escritores cubanos nombrados Premio Nacional de Literatura (21 en
total), que reciben por el Estado una ayuda económica de cien dólares
mensuales. Sólo gozan de este privilegio algunos funcionarios del
departamento ideológico del Comité Central del gobernante Partido
Comunista, los ministros y menos de dos docenas de periodistas autorizados por
el mandatario Fidel Castro.
Pero a pesar de esta extraña y arbitraria realidad, la población
cubana sabe lo que es una computadora, sabe que no tiene ningún derecho a
la libertad de información, a disfrutar en este sentido de las ventajas
del siglo XXI.
Lo sabe María, la que vive en la esquina de mi casa; Juan, el
plomero. Lo sabe Antonio, pese a sus largos años de jubilado y también
Juanito, quien cursa el sexto grado escolar. Todos lo saben. Incluso un vecino
que es médico me dice que hasta en Haití varios amigos y colegas
suyos tienen acceso libre a Internet.
Tal vez por eso se comenta en los medios oficialistas que pronto será
libre el acceso a Internet mediante el pago en divisas (o sea dólares
estadounidenses), moneda que no recibe el trabajador cubano. Pero me pregunto si
realmente podrá ser libre ese acceso, si el Ministerio de Informática
y Comunicaciones no se encargará de controlar las conexiones de esos
probables clientes.
Vivimos bajo un régimen totalitario que controla todos los medios de
difusión masiva, que viola sistemáticamente el artículo 19
de la Declaración Universal de Derechos Humanos, donde se dice que todo
individuo tiene derecho a investigar y recibir informaciones y opiniones y el de
difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
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