CUBANET... INTERNACIONAL

Abril 9, 2002



La constitución comunista en el banquillo

Hiram Gonzalez El Nuevo Herald, abril 9, 2002.

La Comisión de Derechos Humanos se reunirá próximamente en Ginebra para condenar a los países que se encuentren culpables de violar la Carta Universal de los Derechos Humanos. Eso siempre ha sido muy difícil, porque esa declaración está basada en los derechos y valores naturales del hombre de la civilización occidental, producto de la ideas liberales del siglo XVIII, algo desconocido por la mayoría de los gobiernos del mundo. ¿Cómo se pueden esperar resoluciones justas cuando en la Comisión están sentados China, Vietnam, por citar algunos, que como Cuba han institucionalizado la negación de los derechos humanos, y otros como Sudán y la mayoría de los países de Africa, Medio Oriente y Asia que cometen diariamente atrocidades con sus pueblos respectivos? Países donde la población vive en completa ignorancia, donde desconoce los derechos que le son intrínsecos e inalienables y está sujeta a todo tipo de injusticias producto de una cultura que justifica cualquier crimen contra la dignidad humana. Constituye un obvio conflicto de intereses que criminales puedan juzgar a criminales. Otros países son peores, porque carecen de principios sólidos y utilizan el voto para obtener o adelantar agendas particulares, para apaciguar a la moribunda izquierda fidelista que le puede crear problemas en el patio, o para evitar el chantaje de Cuba, que le sabe mucho a mucha gente.

Muchos están indignados con la actitud de México por el incidente en su embajada en La Habana, donde un grupo de cubanos que huían fueron víctimas de una emboscada del régimen cubano; sin embargo, la salida apresurada de Castro de la Cumbre de Monterrey indica que el gobierno mexicano está comprometido seriamente, no sólo con la defensa de los derechos humanos, sino con la lucha contra la pobreza y la corrupción para que su pueblo pueda prosperar con dignidad en su propio país, y no está dispuesto a dejarse arrastrar por la retórica obsoleta de Castro.

La campaña de descrédito iniciada por el régimen cubano contra el canciller Castañeda, en contubernio con la fidelista izquierda mexicana, no cambiará el nuevo rumbo de México. Una política de callada complicidad que ha durado más de 40 años no es fácil eliminarla de la noche a la mañana. Tenemos que tener confianza y paciencia en el nuevo liderazgo.

Por el sacrificio de miles de hombres y mujeres que han sido condenados a largos años de prisión, los que han perecido en el Estrecho tratando de escapar del infierno comunista, los miles de fusilados y los hombres y mujeres que hoy son reprimidos constantemente por tratar de ejercer sus derechos humanos, rechazamos que se nos utilice a los cubanos como una ficha de negociación para avanzar determinadas agendas, y mucho menos que países comunistas aliados de Cuba y regímenes despóticos por naturaleza estén sentados en la comisión. Es cierto que aun en los países más democráticos se violan los derechos humanos; pero en esos países la libertad otorga los mecanismos necesarios para enmendar cualquier injusticia. El hundimiento del remolcador 13 de Marzo y el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate son ejemplos demoledores de lo que decimos.

El régimen comunista de Cuba desde 1976 ha ilegalizado a través de su constitución el ejercicio de los derechos humanos: El artículo 5 rechaza el pluralismo político. El artículo 39 (3) adoctrina a la niñez. El artículo 39 (4) censura la creación artística. El artículo 45 autoriza el trabajo esclavo. El artículo 53 niega la libertad de palabra y prensa. El artículo 62 niega las libertades públicas. El artículo 128 niega la independencia de los poderes del estado.

Esta constitución es una admisión de culpabilidad irrefutable y hace reo confeso al régimen cubano de ignorar los derechos humanos, tal como los define la Organización de Naciones Unidas.

El régimen cubano tiene definiciones muy particulares sobre la libertad, la democracia y los derechos humanos que no concuerdan con las definiciones establecidas por ese organismo. Esos derechos, limitados y acomodados a sus intereses políticos, se convierten en privilegios que se otorgan solamente, en forma selectiva y discriminatoria, a los que por temor no se atreven a discrepar de la línea oficial. El resto de la población está completamente indefensa y sujeta a recibir sanciones del sistema judicial, que es un instrumento del estado para castigar toda opinión independiente.

La Comisión de Derechos Humanos debe condenar al régimen comunista de Cuba permanentemente, hasta que revoque de su constitución todos los artículos que impiden el ejercicio de los derechos humanos y cese de perseguir a los que tratan de ejercerlo. Pongamos la constitución comunista en el banquillo de los acusados.

© El Nuevo Herald

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