Pan con engaño
Adrián Leyva Pérez, Grupo Decoro
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - La empresa gastronómica hace
meses que vende panes con jamón y queso en algunas de sus "unidades",
como llaman los funcionarios a las cafeterías y otros establecimientos
comerciales. Hasta aquí, todo estaría bien si realmente fueran
panes con jamón y queso.
"¡Esto es pan con engaño! ¿Hasta cuándo van a
estafar al pueblo?" -manifestó una mujer luego de comprar media ración
al precio de seis pesos.
Otra señora agregó: "Esto es un descaro. Aquí roba
todo el mundo. Quién diría que en Cuba pasarían estas cosas".
Este tipo de queja se produce porque los emparedados, que en algunas cafeterías
venden la media ración a seis pesos y en otras más caro a pesar de
ser el mismo producto, a primera vista parecen tener dos centímetros de
ancho de jamón y queso, pero se trata de un truco, de un engaño a
la vista, porque al elaborar el producto colocan un rollito de jamón y
queso dejando el centro del pan sin nada.
Lo curioso del asunto es que en la mayoría de estos establecimientos
estatales hay unos carteles cuyo texto expresa: "Por una gastronomía
eficiente y por siempre socialista".
Esta consigna causa risa entre los clientes y origina múltiples
comentarios en la población habanera.
Luego que llegó al poder el actual gobierno, de esto hace más
de 43 años, los servicios gastronómicos pasaron a ser propiedad
estatal. Se establecieron empresas, estructuras burocráticas y una red de
unidades que en la mayoría de los casos se encuentran en deplorable
estado físico y en las cuales falta la higiene y los insumos necesarios
para mantener las normas elementales de salubridad.
La reducida oferta de estas instalaciones es, por lo general, pan con
croqueta, pan con pasta y pan con hamburguesa, que es una mezcla de harina de
trigo con caldo elaborado a base de huesos de cerdo y de res. De carne nada.
La mayoría de las pizzerías ya no ofertan pizzas ni pastas
sino arroz, frijoles y ocasionalmente alguna ensalada, alimentos que sirven en
platos plásticos sucios y grasientos. Las pizzas que venden algunas son
de mala calidad.
Sólo se pueden obtener platos variados y de calidad aceptable en los
restaurantes de lujo, donde los precios son inalcanzables para el trabajador
promedio, cuyo salario no rebasa los 240 pesos mensuales (unos 9.23 dólares
al cambio establecido por el gobierno).
Los turistas y los pocos nacionales que reciben remesas de dólares
enviadas por sus familiares residentes en el exterior son los únicos que
pueden consumir alimentos en estos restaurantes.
A esta cruda realidad se suma la indiferencia del gobierno y de los
funcionarios de la gastronomía que permiten el mal servicio, la violación
de las normas de salubridad y de las cantidades a servir por ración,
situación que ocurre en todos los establecimientos gastronómicos
de la capital del país.
Quizás por esto, parado frente al cartel donde aparece la consigna de
"Por una gastronomía eficiente y por siempre socialista", un
habanero exclamó: "¡Pobre de nosotros si tenemos que continuar
con la gastronomía socialista, que de eficiente no tiene nada!"
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