Apatía
juvenil
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - En Cuba, a los jóvenes no les
interesa la política. A pesar de los ingentes esfuerzos del Partido
Comunista y de la Unión de Jóvenes Comunistas el resultado no va más
allá de la participación en las actividades por puro formalismo.
Es el propio sistema el que ha desterrado los valores cívicos de las
más jóvenes generaciones. En ellas, como en el resto de la población,
prima la doble moral.
Así vemos que la universidad, otrora centro de agitación e
inquietantes debates políticos donde los estudiantes mostraban su
compromiso con el país, ya no se parece en nada a la de los años
anteriores a 1959. No se trata, como afirman voceros del régimen de Fidel
Castro, de que los universitarios sean todos revolucionarios, sino que ellos están
atrapados entre su interés de formarse un porvenir como profesionales, o
dejar de simular adhesión al sistema que no sienten, lo que significaría
perder sus posibilidades de estudio. No en vano la Federación Estudiantil
Universitaria, organización controlada por el Partido Comunista, tiene
por lema: "La Universidad es para los revolucionarios", lo que quiere
decir que en la vida real los estudiantes no tienen alternativa.
Cuando se conversa con alumnos de la universidad se comprueba que muchos de
ellos no creen en el sistema político cubano, que ha fracasado
totalmente. Ellos saben, por ejemplo, que con sus títulos universitarios
no lograrán un empleo que les proporcione ingresos decorosos. Unos
estudian por vocación, otros pensando en irse del país, después
de graduados, con una mejor formación.
La mayoría de los estudiantes universitarios también sabe que
el maletero de un hotel para turistas extranjeros o la camarera de una cafetería
dolarizada, solamente con las propinas que reciben, ganan más que
cualquier profesional.
La apatía de los jóvenes cubanos hacia la política
también tiene otras causas, entre las que sobresale la constante
propaganda de desinformación que llevan a cabo los medios oficiales, según
la cual el mundo es un caos con excepción de Cuba. Sin embargo, la
realidad les demuestra a los jóvenes que la sociedad en que viven está
muy lejos de ser la idílica que les pretenden presentar, aunque por falta
de información se desorientan y generalmente dejan de creer en todo.
Esta es la causa por la que aún pocos jóvenes se comprometen
con las luchas pacíficas en pro de la democratización de Cuba. Son
los más descontentos, lo demuestra el promedio de edad de quienes se
lanzan al mar para emigrar a Estados Unidos de América, pero no son
capaces de implicarse en la tarea de cambiar los destinos de la nación.
No obstante, este panorama va cambiando lentamente. En la actual campaña
de recogida de firmas del Proyecto Varela -según los gestores y
activistas de esta iniciativa- es apreciable la cifra de jóvenes que se
han atrevido a refrendar esta petición ciudadana de celebrar un
plebiscito. Este es un buen síntoma, pues siempre el futuro de las
naciones ha estado en manos de las más jóvenes generaciones.
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