Habana 1791
Ramón Díaz-Marzo / CubaNet
No se asusten. No se trata de una crónica del siglo XVIII. Lo que
sucede es que en la Habana Vieja de nuestros días existe un pequeño
establecimiento que lleva ese nombre: "HABANA 1791".
Había salido de mis calabozos. Había bajado por la calle del
Obispo. De repente alguien tocó mi hombro. Al volverme contemplé
el rostro de un viejo amigo. El amigo quería saber mi opinión
sobre el ataque de guerra contra USA el 11 de septiembre. Le respondí que
había salido a tomar un poco de aire fresco para permitirle a mis nervios
un descanso sobre el asunto.
- Si quieres te invito a un café doble -le dije-, a condición
de que hablemos de cosas bonitas.
El viejo amigo comprendió. Después de bebernos el exquisito
café, dijo:
- Si quieres conocer uno de los secretos de la Habana Vieja, sígueme.
Eran las 2:00 p.m. y no tenía planes. Por la estrecha calle de
Mercaderes llegamos hasta la esquina de Lamparilla.
- Es aquí -dijo.
Entramos a una pequeña tienda. Pensé que el lugar era para
turistas millonarios. La atmósfera interior era acogedora.
- ¡Vámonos de aquí! -le susurré. Pero él,
en vez de escucharme, fue directamente hacia un mostrador de madera y de un
muestrario, también de madera como los que usaban los alquimistas para
colocar los tubos de ensayo, y donde se exhibían 12 tubos que contenían
cada uno un liquido de determinado color, tomó uno y, delante de las
empleadas, que tuve a bien mirar que no nos prestaban atención, empezó
a tomar muestras del mismo con el dedo índice y untárselo por
diferentes partes de la cara, y los brazos.
- ¿Qué significa esto? -pregunté.
- Es perfume, compadre. Revisa el olor que más te guste. Y 'tócate'.
Esto tiene su misterio. Espanta las perturbaciones y las malas influencias.
- ¿No hay que pagar?
- Eusebio Leal ha orientado que toda persona que venga a esta tienda tiene
derecho a tomar una muestra de los aromas que desee sin que ello lo obligue a
comprar.
- Eso será un día -dije.
- No. Siempre que se guarden las reglas del buen comportamiento uno puede
venir. Aquí viene la gente del barrio. Yo, por ejemplo, vengo cada día.
- ¿Y las empleadas no se ponen bravas?
- No. Es una recomendación de Eusebio.
Finalmente decidí hacer lo mismo, no tanto porque mi amigo lo
hiciera, sino porque durante el tiempo que pasé en la tienda
constantemente entraban al lugar diferentes personas, miraban rápidamente
como si fuera la primera vez que vinieran, y se lanzaban directamente sobre la
mesa donde reposaban los 12 tubos de ensayo con sus correspondientes aromas. Yo
elegí, después de exhalar cada perfume, el aroma de Lavanda.
¿Por qué "HABANA 1791"? Sentí curiosidad por
saber cómo era La Habana en el año 1791. Evidentemente el nombre
del establecimiento no podía ser gratuito. El Compendio de la Historia de
Cuba por el Dr. Miguel A. Fonseca, publicado en el año 1948, dice:
"En el año 1790 viene a ocupar el gobierno de Cuba Don Luis de
las Casas, que sin duda alguna fue el mejor gobernante que tuvo la Isla durante
la dominación española.
"Hombre de gran talento político, Las Casas aprovechó la
estrecha unión entre cubanos y españoles que entonces existía
para pedir a todos la decidida cooperación en beneficio de Cuba.
"Consiguió que hombres de talento como Don Francisco de Arango y
Parreño, Don Juan Bautista Vaillant, el Dr. Tomás Romay, Don José
Pablo Valiente y otros le prestaran su valiosa ayuda, en su obra de gobierno.
"Hubo reformas en la administración pública. Con el propósito
de hacer la administración de Justicia rápida y eficaz, situó
Don Luis de Las Casas la oficinas de escribanos en las mismas casas de gobierno.
Mejoró notablemente la situación de los presos, y dio gran impulso
y actividad a la tramitación de las causas judiciales.
"Fue una de sus numerosas obras la creación de una Casa de
Beneficencia, que era a la vez que asilo de huérfanos, una escuela
primaria para pobres.
"Durante la época de Don Luis de las Casas se hizo la carretera
de Güines, la Calzada del Monte, se empedraron muchas calles de La Habana y
Matanzas, y se construyeron algunos puentes.
"Las Casas tuvo la grandísima suerte de que, durante su
administración, se fundara la Real Sociedad Económica de Amigos
del País, bajo la iniciativa de ilustres cubanos, entre los que
descollaba el habanero Francisco Arango y Parreño.
"Esta Sociedad realizó numerosas obras beneficiosas a Cuba,
entre otras la fundación de numerosas escuelas gratuitas, a las cuales
dio entusiasta cooperación el insigne Las Casas.
"El primer periódico de su clase publicado en Cuba, "El
Papel Periódico", hizo su aparición el 24 de octubre de 1790.
"Calzaban con su firma los trabajos de redacción, hombres tan
ilustres como José Agustín Caballero, Don Nicolás Calvo, el
Dr. Tomás Romay y otros.
"Con el producto de la venta de este periódico se abrió
una Biblioteca Pública, cuyas obras fueron donadas en su casi totalidad
por Don Luis de las Casas, Peñalver, Robledo y otros.
"En el ano 1795 empezó a funcionar el Real Consulado de
Agricultura, Industria y Comercio. Alma de esta institución fue el
inolvidable Arango y Parreño; pero sus mejores frutos, que fueron el
desestanco del tabaco y el libre comercio, no se obtuvieron hasta principios del
siglo XIX.
"Decretó Las Casas, además, la entrada en Cuba, libre de
derechos, de los aparatos y maquinarias para la fabricación del azúcar.
"Por último, en tiempos de Don Luis de las Casas, debido a las
luchas en que España se vio envuelta, se concertaron franquicias
comerciales con los Estados Unidos, lo cual dio gran impulso a la creciente
prosperidad del país.
Finalmente comprendí el sentido oculto de "HABANA 1791".
Pero queriendo saber más, converse con sus empleadas. He aquí los
resultados de mi pesquisa:
Las fragancias que se venden son 12. Se fabrican allí mismo, en un
pequeño laboratorio de la trastienda. No necesitan, para su preparación,
la química que en nuestros días utiliza el negocio de los cosméticos.
Y su precio es más económico que las marcas que actualmente venden
las "shoppings" estatales.
El preparado natural de estas esencias era el que usaban las damas y los
caballeros de la época de Don Luis de las Casas. Las perfumistas que
atienden al público son Licenciadas en Química, y son también
las que preparan los aromas en el pequeño laboratorio que puede visitarse
como museo.
A continuación, el nombre de estas fragancias, su color, y el día
de la semana que, según la costumbre del siglo XIX, las damas y los
caballeros usaban.
1- Sándalo (amarillo-dorado) Viernes 2- Jazmín
(amarillo-claro) Lunes 3- Rosa (rosa intenso o claro) Martes 4-
Violeta (violeta) Sábado 5- Azahar (amarillo-claro) Lunes 6-
Tabaco (carmelita-verdoso) Cualquier día de la semana 7- Pachulí
(verde) Jueves 8- Lavanda (azul) Domingo 9- Vetiver (verde) Jueves
10- Cítrica (verde-narajo) Jueves 11- Ilang-Ilang (ocre) Lunes
12- Lila- (morado-claro) es la fragancia de la ofrenda
Las esencias se despachan en pomos de vidrio soplado que tienen forma
piramidal; los hay de diferentes tamaños, y son importados desde España.
También se importa desde España el aceite que se necesita para el
preparado de las fragancias. Cuando inquirí sobre por qué en Cuba
ese aceite no se fabrica, nos explicaron que para obtener, por ejemplo, un
kilogramo de aceite esencial de rosa, se necesitan 2 toneladas de pétalos
de rosa, y en la Isla la siembra de flores a mayor escala nunca ha sido una
tradición.
El tamaño del pomo que el cliente elija es colocado dentro de una
graciosa bolsa de lienzo que tiene impreso, imitando la época:
AROMAS COLONIALES DE LA ISLA DE
CUBA Calle de Mercaderes #156, entre Obrapía y Lamparilla.
Confieso que mi preocupación por quedarme bruja no me permitió
ese día gastar 10 dólares, que es el pomo más barato. Pero
ese mismo día, en una boutique del Estado, compré un frasquito de
perfume al precio de 1.50 dólar. Hacía años que no usaba
perfume. Ahora, antes de salir a la calle, me estoy "tocando" en las
manos. Uno anda por ahí, saludando con estrechones de manos a cualquiera,
y el perfume tal vez funcione como pared que detenga las malas influencias.
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