El verdadero
color de la tarjeta blanca
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad / CubaNet
LA HABANA, septiembre - Era increíble para sus vecinos que Ela, joven
polaca residente en Cuba desde los años 80, pudiera viajar a cualquier
lugar del mundo sólo con su pasaporte. No necesitaba ningún
permiso para ello. Y aún en nuestros días este asunto es
incomprensible para muchos compatriotas.
El viajar sin permiso del gobierno era como un cuento de ciencia ficción
para los jóvenes del poblado habanero de Managua donde residía
Ela. Los cuentos de la polaca sobre cómo era la vida en su país, cómo
la gente enfrentaba el comunismo, y otros, echaron por tierra las historias que
durante años se difundían por los medios de prensa nacionales,
propiedad exclusiva del gobierno de Fidel Castro.
Resulta curioso que desde que el gobierno de Castro arribó al poder
para -según se dice- "liberar al pueblo cubano", los "liberados"
han sido protagonistas de numerosos episodios para liberarse de semejante "libertad".
Cantidades no precisadas de compatriotas desaparecidos en el mar, de
prisioneros por "salida ilegal" de su país de origen, que
ejecutan fugas increíbles y desesperadas, como introducirse en el tren de
aterrizaje de aviones, entre otras muchas, son pruebas irrefutables de
inconformidad con la "libertad" que produjo el régimen cubano.
Muchísimos son los que han ideado e idean el modo de escapar de la
isla. Es una especie de obsesión que ha predominado de generación
en generación durante más de cuatro décadas.
Los afortunados que pueden abandonar el país de la manera establecida
por ley, sea por el sorteo de visas estadounidenses o por otras vías,
tienen que pagar 150 dólares a cambio de la llamada tarjeta blanca, que
es el permiso que el Ministerio del Interior concede a los cubanos autorizados a
salir de su país. Por supuesto este ministerio es quien autoriza o no a
los solicitantes.
Es importante conocer que 150 dólares equivalen a 3,300 pesos, lo que
representa el salario de 13,36 meses del trabajador promedio cubano, si se
tienen por cierto los datos oficiales al respecto.
La tarjeta blanca, también denominada popularmente "carta de
libertad", en alusión a la etapa de la esclavitud, puede demorar
entre quince días y un mes después de ser solicitada y, aunque
parezca irracional, es la máxima aspiración de cualquier joven
cubano.
Sin embargo, pese a la ganancia neta que deja este tipo de permiso, hay
casos en que el Ministerio del Interior se lo niega al solicitante, y lo retiene
en el país sin que medie ningún tipo de explicación.
Un ejemplo reciente es el de Miguel Sánchez Valiente, ex-prisionero
político liberado recientemente, que tiene visa para viajar a Estados
Unidos de América. Como él hay numerosos compatriotas a los que el
Ministerio del Interior les impide viajar legalmente.
Algunas fuentes consultadas afirman que hay cientos de estos casos y que el
denominador común entre ellos es que se han enfrentado de alguna forma al
gobierno de Fidel Castro, por lo que aseguran que se trata de una venganza política
o "pase de cuentas".
Al recordar la enorme cantidad de cubanos, no precisada por nadie, que ha
perdido la vida intentando llegar a lugares donde impera la libertad o que han
sido encarcelados por ese motivo, sin lugar a dudas la tarjeta blanca se torna
negra por tanto sufrimiento humano.
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