El colmo de
la represión castrista
Tania Díaz Castro, UPECI / CubaNet
LA HABANA, septiembre - Hace menos de dos años supe de un hecho,
ocurrido en el municipio de San Luis, provincia de Pinar del Río, al cual
no le di crédito por lo aberrante e insólito que me pareció.
También porque no conocía con anterioridad a las personas que me
lo hicieron saber.
Resulta ser que el 2 de noviembre de 1999 la familia Ferrer Ramírez,
vecina de ese municipio pinareño, se encontraba en la funeraria municipal
velando al señor Ferrer, padre de dos menores y del médico
nombrado Darcy.
El padre de este joven galeno, como jamás ha sido revolucionario,
confrontó problemas con la "justicia" cubana a partir de la
instauración del régimen de Fidel Castro en 1959. En 1995 fue
condenado a varios años de prisión domiciliaria por sus vínculos
con grupos defensores de los derechos humanos en la provincia. Además,
fue juzgado varias veces por jugar a la lotería, que en Cuba es
clandestina.
Cuando los tres hijos de Ferrer, su esposa la señora Ramírez y
otros familiares llegaron a la funeraria, se presentaron tres agentes de la
Seguridad del Estado de Pinar del Río y colocaron cierta ofrenda floral
delante del féretro. En la corona, de flores rojas, se pudo leer la
siguiente dedicatoria: "A Ferrer, de sus compañeros de la Seguridad
del Estado".
De inmediato, los familiares protestaron ante aquel extraño homenaje.
Los agentes policíacos manifestaron en voz alta que Ferrer había
sido colaborador de ellos durante largos años, y que los familiares
estaban en el deber de aceptarlo.
La viuda y el hijo mayor de Ferrer se mantuvieron firmes en su decisión
de no aceptar la presencia de los agentes, y éstos se marcharon luego de
ver cómo alguien de la familia lanzaba a la calle la corona de flores.
Se trató, sin dudas, de un ardid para confundir a los amigos y
vecinos del difunto -alrededor de setenta perdonas- presentes en la funeraria.
Me contaron incluso que el joven médico dijo a los agentes que durante el
largo período de gravedad de su padre jamás se había
presentado ante él un agente de la Seguridad del Estado para brindar su
apoyo o facilitar los medicamentos.
Días después la familia de Ferrer redactó varias cartas
de protesta en la que pedían explicación del suceso a distintos
organismos del Estado. Cartas que jamás fueron contestadas.
Debo confesar que en aquel momento preferí no escribir sobre el
asunto, que hasta me pareció absurdo. Lo hago ahora, porque escuché
por radio Martí y por boca de amigos íntimos que un hecho similar
ocurrió con el viejo opositor Jesús Yanes Pelletier, fallecido en
septiembre del año pasado.
En este caso también la viuda de Yanes Pelletier protestó en
el cementerio, mientras celebraban el primer aniversario de su muerte, donde se
personaron agentes de la Seguridad del Estado con el fin de homenajear a este
inquebrantable luchador por los derechos humanos.
Yo conocí muy de cerca a Yanes Pelletier, lo tuve como hermano de
lucha allá por el año 1988 y aún lo considero así,
admiro su verticalidad, su larga trayectoria en aras de la libertad y la
democracia. Tanto Yánez como el pinareño Ferrer son víctimas
de "algo" que deja perplejo al más experimentado.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|