Que zarpe el
Granma
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad / CubaNet
LA HABANA, septiembre - Cuando el yate Granma zarpó de México
en 1956 con su carga de 82 hombres y pertrechos bélicos estaba
sobrecargado, pero sus tripulantes y pasajeros tenían necesidad de llegar
a Cuba y cumplir sus objetivos. Fidel Castro ya había dicho: "Si
salgo llego, si llego entro, si entro triunfo". Fue la nueva versión
de las palabras de Julio Antonio Mella que, décadas atrás, había
afirmado: "Si avanzo sígueme, si me detengo empújame, si
retrocedo mátame".
Coincidentemente, también la célebre frase de Fidel Castro
pronunciada durante el juicio tras los sucesos del cuartel Moncada: "Condenadme,
no importa, la historia me absolverá", es casi idéntica a la
expresada por Adolfo Hitler en su libro "Mi lucha".
Pero bien, Castro era joven y todos los jóvenes tienen sus
paradigmas. Y eran jóvenes y audaces prácticamente todos los que
abordaron el Granma a escondidas, con mal tiempo, espoleados por la necesidad y
por el objetivo del momento: llegar a Cuba. Por eso no les importó
arriesgar la vida en la travesía.
Años después, y ya no ha parado más, los cubanos
comenzaron a arriesgar sus vidas -miles la han perdido- para salir de Cuba en
cualquier tipo de embarcación, por lo general sobrecargada. Momento
cumbre de esta necesidad fue en 1980 cuando por el puerto del Mariel, como es
conocido, más de cien mil cubanos abordaron disímiles
embarcaciones, en su totalidad sobrecargadas, para dirigirse a las costas de
Estados Unidos de América.
Actualmente, después de los acuerdos migratorios firmados entre los
gobiernos de Estados Unidos y Cuba, las autoridades de la isla muestran
preocupación por los cubanos que salen furtivamente del país en frágiles
embarcaciones o en naves no tan precarias pero muy sobrecargadas.
Se sabe que el instinto de conservación prima en los seres vivos, por
lo tanto no es excluyente que también esas personas tienen necesidades y
objetivos importantes, vitales, que alcanzar cuando se lanzan al mar en tan
riesgosa travesía. Esa forma desesperada, masiva y constante, por la cual
mujeres, hombres y niños arriesgan sus vidas para atravesar el Estrecho
de la Florida nunca ocurrió en Cuba antes de 1959.
Cuando el Granma llegó a Cuba en diciembre de 1956 trajo a bordo una
ideología que, al llegar al poder poco más de dos años
después, desarrolló en los cubanos una especie de psicología
del esclavo, y los esclavos siempre se ven compelidos a huir porque sienten
-aunque existen otras maneras- que es la única forma de salvarse.
Para detener este fenómeno y, aún más, para que muchos
cubanos regresen a su tierra es necesario que el yate Granma, con lo que pueda
quedar de aquella ideología extraña y de los hombres que trajo
hace alrededor de 45 años, zarpe de Cuba para siempre.
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