Privado de
mi derecho a condolerme
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro / CubaNet
LA HABANA, 19 de septiembre - Eran las tres de la tarde. El sol, sin la
menor clemencia, me castigaba. El salitre que venía desde el Malecón
me ardía la piel. Los dos altos oficiales del Ministerio del Interior
cubano me miraron inquisitivamente cuando entregué mi carnet de identidad
al custodio de la garita militar que da acceso a la Oficina de Intereses
Norteamericanos en La Habana.
Media hora antes había telefoneado a la Oficina de Prensa y Cultura
de esa sede diplomática para anunciar que iría a firmar el libro
de condolencias por los sucesos de New York y Washington el pasado 11 de
septiembre. Los funcionarios me habían dicho que podría hacerlo
hasta las cuatro de la tarde.
Me personé en el lugar. Entregué mi identificación. Los
militares me dijeron que esperara alejado de la garita. Fueron más de
quince minutos de espera. Cuando me llamaron fue para comunicarme que los
funcionarios de la Oficina me mandaban a decir que no podían recibirme.
Le expliqué a los militares que yo había telefoneado, y que ellos
me esperaban. No, no supieron qué responder. No discutí con ellos.
Les di las gracias y me marché.
Hoy, que redacto esta nota, para no ser injusto, volví a telefonear a
la Oficina de Prensa y Cultura para verificar. Me explicaron que eso fue una
decisión de las autoridades cubanas.
Por eso, privado de mi derecho de condolerme y solidarizarme con el pueblo
norteamericano, escribo estas líneas para que quede constancia.
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