Crimen
contra la Humanidad
Oscar Espinosa Chepe / CubaNet
LA HABANA, septiembre - Transcurridos varios días de los ataques
terroristas que destruyeron las torres gemelas del World Trade Center en Nueva
York y a un sector del edificio del Pentágono en Washington, ocasionando
la pérdida de miles de vidas inocentes, la consternación por estos
hechos criminales se mantiene a escala mundial.
La premeditación y alevosía con que fueron cometidos estos
actos los hacen más odiosos, al reflejar la fanática maldad de
quienes los planearon meticulosamente para hacer el mayor daño posible.
Aunque ese espantoso ataque fue cometido contra los Estados Unidos y sus
ciudadanos, la envergadura y la forma como fue llevado a cabo lo convierte en un
crimen contra la Humanidad, y como tal debería considerarse y ser tratado
por la comunidad internacional ya que esta tragedia muy bien pudiera repetirse
en cualquier otro lugar del mundo.
Resulta comprensible la ira que estos sucesos han despertado en el gobierno
y en el pueblo norteamericanos, así como el deseo de que sean castigados
los autores intelectuales y quienes los protegen. Sin embargo, los justos
reclamos de justicia no deben opacar que estos acontecimientos requieren, además
de acciones militares, respuestas de la comunidad internacional de orden político,
económico y diplomático.
Estos hechos confirman que el mundo de comienzos del siglo XXI, cada vez más
interconectado, tiene ante sí serios peligros y retos que únicamente
pueden encararse de forma colectiva.
Problemas como el tráfico de drogas, las emigraciones masivas, los daños
al ecosistema y el propio terrorismo son probadamente imposibles de erradicar
sin la amplia y sólida cooperación internacional, encaminada a la
creación de un mundo más seguro y con oportunidades para todos sus
habitantes.
La ONU podría servir como magnífico instrumento para coordinar
programar esa tarea, la cual exige una nueva mentalidad alejada de arcaicas y
gastadas concepciones, basadas en aislamientos nacionales.
Por otra parte, no es un secreto que el hambre, la miseria y la ignorancia
promueven la inestabilidad social y constituyen caldos de cultivo para el
surgimiento de supuestos "Mesías", que valiéndose de las
frustraciones y desesperanzas de los pueblos utilizan a conveniencia la religión,
el nacionalismo o las falsas ideologías para satisfacer sus ansias de
poder.
Estos acontecimientos deberán servir para convocar a la reflexión
sobre las complejidades del mundo actual, así como para edificar una sólida
unidad de las naciones enfilada al fortalecimiento de la cooperación y la
solidaridad internacional. Ello sería el mejor homenaje a las miles de víctimas
provocadas por este horrendo crimen.
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