Muerte
oscura
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro / CubaNet
LA HABANA, septiembre - Ana Brito Canballer murió en la prisión
cubana Manto Negro. La noticia nos llega a través de la presa política
Julia Cecilia Delgado, que denuncia el trato cruel a que fue sometida esta presa
común de 44 años, natural de la provincia Pinar del Río.
El incumplimiento de las regulaciones facultativas de conducirla al hospital
y realizarle pruebas funcionales del corazón, le causó la muerte a
Brito el 2 de septiembre en horas de la madrugada.
"No les importa la vida de las presas", escribe Delgado, que
agrega: "Demando ante los organismos competentes que delimiten la
responsabilidad de este fallecimiento, que pudo evitarse si hubiesen atendido
con anterioridad a la reclusa Brito".
Sucesos como éstos son comunes en las cárceles cubanas. La
posibilidad de indagar para esclarecer los hechos es imposible dado el ambiente
opresivo que reina en estas instalaciones del Ministerio del Interior. Sólo
la valentía de algunos prisioneros posibilita que se conozcan los
detalles pero, lamentablemente, esto casi siempre les acarrea castigos severos.
En los últimos cuarenta años, la población penal ha
crecido en Cuba considerablemente. Fuentes conservadoras afirman que se
encuentra entre los 60 y 70 mil, mientras que organismos especializados aseguran
que alcanza la cifra de 100 mil. Por supuesto, el gobierno mantiene en secreto
esta vergonzosa realidad, en país que pretende ser el modelo de
democracia para el resto del mundo.
Una de las causas por las que en nuestro país existen tantos
convictos es que casi todo puede ser considerado como acto delictivo: desde
matar la vaca propia para alimentar a la familia hasta la posesión de
bienes materiales que eleven el nivel de vida. Este último ¿delito?
se conoce como "enriquecimiento ilícito".
Bajo las actuales condiciones socio-políticas imperantes en la isla
es imposible conocer el verdadero número de muertes en las cárceles.
Esta realidad anima a quienes luchan por el establecimiento de un Estado de
derecho a denunciar ante el mundo la cara oculta de la fracasada revolución
cubana.
Esperemos que un día no lejano las verdades que esconden las
prisiones cubanas salgan a la luz pública. Los testimonios, que serán
dados sin miedo en ambiente de libertad, se sumarán indudablemente a las
páginas de una historia que aún no llega a su fin.
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