Buena
pedrada, tejado de vidrio
Manuel David Orrio, CPI / CubaNet
LA HABANA, septiembre - Uno de los problemas dignos de estudio que plantea
la presencia de Fidel Castro como mandatario de Cuba, es el de su participación
en eventos internacionales como el de la Conferencia Mundial contra el Racismo,
la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de
Intolerancia, la que tiene lugar en la ciudad sudafricana de Durban.
En tales conferencias el mandatario isleño pronuncia brillantes y
cortos discursos, donde por lo general buena parte de sus afirmaciones expresan
demandas de aquéllos a quienes el autor de izquierdas Franz Fanon denominó
"condenados de la Tierra". Fidel Castro lo dice, y es verdad: el mundo
está patas arriba, es un verdadero descaro que los países del
Primer Mundo sostengan una orgía romana, para beneficio principal de las
productoras de armamentos, mientras Africa está amenazada de ver a su
población extinguida a causa del sida, sólo para comenzar.
Bochorno, para el Primer Mundo, que ni siquiera se haya cumplido la promesa de
destinar un irrisorio 0,7 por ciento del producto Nacional Bruto como ayuda para
el desarrollo de los países pobres, más allá de los datos
ciertos sobre mala administración de tales ayudas, o de su no menos
descarado robo por algunos gobiernos que las reciben. De todo hay en la viña
del Señor, y Fidel Castro le sabe un montón a esos detalles.
Para colmo, Estados Unidos se otorga el lujo de boicotear a la citada
conferencia, con lo cual se crean las condiciones perfectas para que el
mandatario de Cuba aparezca, por enésima vez, como el abuelo de David
frente al benjamín Goliath, si se parte de comprar las edades de Castro y
de W. Bush, y de tomar nota de que el segundo es hijo de un ex-presidente
norteamericano. De este modo, recibe el empujón de turno la
conflictividad intrínseca que caracteriza el enrarecido ambiente de las
relaciones cubano-estadounidenses, y sus corolarios no menos conflictivos en
materia de asuntos planetarios.
Buena pedrada la de Fidel Castro en la conferencia de Durban. Pero con un
discreto tejado de vidrio. Su brillante discurso se inició con este párrafo:
"El racismo, la discriminación racial y la xenofobia constituyen un
fenómeno social, cultural y político, no un instinto natural de
los seres humanos, son hijos directos de las guerras, las conquistas militares,
la esclavización y la explotación individual o colectiva de los más
débiles por los más poderosos a lo largo de la historia de las
sociedades humanas".
Si se observa cuidadosamente, Fidel Castro borró de ese primer párrafo
uno de los conceptos expresados en el nombre con que se bautizó a la
conferencia de Durban. Dicho concepto es "Formas Conexas de Intolerancia".
Y no sólo lo borró, ni en ese primer párrafo, ni en los
posteriores, el mismo aparece mencionado. He ahí el discreto tejado de
vidrio.
"Formas Conexas de Intolerancia", a mi entender, es la primera
pata coja de la conferencia de Durban, por sí misma expresiva de algo
característico de los países clasificables como "condenados
de la Tierra": su localismo. El simple hecho de haber colocado en último
lugar lo que debió haber ido en primero, y para colmo considerándolo
como forma conexa, dice, pero que muchísimo, de hasta dónde el
subdesarrollo es localismo. Hubiera sido de los más interesante ver a
Fidel Castro pronunciar un discurso en la conferencia que debió ser, más
allá de los loables esfuerzos de la habiente en Durban, cuyo verdadero
signo no debió ser otro que éste: Conferencia Mundial contra la
Intolerancia. No por gusto un afronorteamericano como Martin Luther King merece
el lugar que goza en el corazón de los hombres de buena voluntad. El no
levantó la bandera de los derechos para los negros, él alzó
el estandarte de los fueros civiles, y luchó hasta morir por su
consagración para todos.
Uno de sus discípulos, Jesse Jackson, afirmó en algún
momento que sería muy difícil borrar 350 años de segregación
racial en Estados Unidos, pero que a partir de la histórica Ley de
Derechos Civiles se contaba con todos los instrumentos legales para derrotarla.
Luther king murió en combate contra la intolerancia, no contra el
racismo. Me dijo John Lennon, desde un parque de La Habana, que con una flor en
la mano. "I has a dream", señores, ha sido el más
hermoso pensamiento global de los últimos cincuenta años. Por
ello, opino que la conferencia de Durban es de por sí un fracaso, porque
se equivocó de enemigo, o por lo menos identificó al principal
como al último. Su nombre de pila lo demuestra.
La "pedrada al imperialismo" fue de calidad. Pero detengámonos
en el discreto tejado de vidrio. Ni siquiera subrayemos que Cuba no es Estado
parte de los pactos internacionales de Derechos Políticos y Civiles, y de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Limitémonos a la
Constitución de la República de Cuba, la cual estipula en letra y
espíritu que los fueros de los extranjeros no pueden superar a los de los
nacionales. A lo sumo, igualarlos. Pues bien, la legislación isleña
rebosa de disposiciones inconstitucionales donde lo que no se practica es la
xenofobia, sino la xenofilia. Un cubano, así de simple, no puede comprar
una motocicleta en las tiendas del país, ni siquiera un electrociclo,
aunque pueda pagar en dólares constantes, sonantes y globalizados. Pero
el extranjero que resida por más de seis meses, hasta un apartamento
puede adquirir. Con estos truenos, ¿para qué apuntar sobre las
discriminaciones a los nacionales en materia de inversión? Claro, en
casos excepcionales se autoriza a los isleños el ejercicio de tales
derechos. Prueba al canto de la inexistencia de los mismos, que para su
ejercicio no necesitan de autorización, si son reales.
La pedrada de Fidel Castro fue magnífica. Pero pensemos en el tejado
de vidrio.
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