Menudencias
culinarias
Lázaro Raúl González, CPI
PINAR DEL RIO, septiembre - A partir de este mes de septiembre cada cubano
podrá comprar media libra de aceite comestible mensual a través de
la libreta de racionamiento, y en cambio le quitarán una de las seis
libras de azúcar de la cuota.
La disposición se dio a conocer por el periódico oficial del
gobierno el 14 de agosto, y fue resuelta sin consultar al pueblo y sin previa
discusión pública.
¿Quién, intérprete de los intereses del pueblo, entendió
que era demasiado alto el consumo de azúcar en Cuba (33 kilogramos per cápita
anuales), y que era bajo el de grasa?
¿Se discutió el proyecto en el Consejo de Ministros? ¿Hubo
opiniones en contra en la Asamblea nacional del Poder Popular? ¿Habrá
sido obra de algún dietista en jefe?
En realidad, al leer Granma cualquiera se queda con todas estas
interrogantes, pero el pueblo ya está ante el hecho y lo más
probable es que lo acepte en silencio, dada esa sospechosa coincidencia que se
da en Cuba donde convive el gobierno más democrático del mundo y
el pueblo más resignado y comprensible del planeta.
De ese estado de complacencia mutua resultará que, en público,
la mayoría de la gente aplauda "la sabia medida" de vender
media libra de aceite y retirar de la cuota una de azúcar. Pero, en
privado, otro es el cuento. A esto hay quienes le llaman doble moral.
"¿Que era alto el consumo de azúcar en Cuba? Siempre lo ha
sido. ¿Y en lo adelante cuál será mi desayuno si hasta el
momento consistía en treinta gramos de pan y un vaso de agua azucarada?",
cuestionó un atribulado profesor de historia.
Por su parte, una joven bióloga comentó sobre el asunto: "No
sé con quién comparan a Cuba para decir que aquí el consumo
de azúcar es alto, pues Inglaterra, por ejemplo, tiene un consumo per cápita
anual de azúcar que promedia las 180 libras, de modo que un británico
consume dos veces y media la cantidad de azúcar que consumen los cubanos".
Un economista desempleado expresó: "¿Para qué
adornar con filantropía lo que es pura economía? Ante la dura
crisis que vive la nación, la única opción que tiene el
gobierno es vestir un santo para desvestir el otro".
"¿Ahora vienen a acordarse de que en este país se come
grasa?", inquirió un ama de casa.
Sin embargo, ya frente al hecho, más que el pasado y el presente a la
gente le preocupa el futuro. Mientras todo el mundo está consciente de
que la libra de azúcar desaparecerá para siempre, sólo
cuatro de cada veinte personas consultadas al respecto confían en que el
gobierno cumplirá su promesa de garantizar la media libra de aceite
comestible por mes.
Esta desconfianza se debe a casos similares en los cuales el gobierno ofreció,
por ejemplo, sustituir una libra de arroz por una de harina de maíz y...
todo quedó en teoría. Se perdió la libra de arroz y nunca
apareció la de harina.
Otra preocupación que ha generado este asunto es la de cuál
será la medida que se usará para despachar el aceite prometido, si
el litro cubano, de 900 mililitros, o el real, de mil mililitros.
De cualquier modo, ésta parece ser una preocupación
innecesaria, pues si el gobierno sirve el aceite a granel en las bodegas, será
inevitable que los bodegueros se hagan de su parte del producto robándole
a cada cliente un poquito. La suma de esos poquitos hará la gran cantidad
de aceite que a partir de ese momento (si el gobierno cumple su palabra) surtirá
al mercado negro cubano.
Incluso hay quienes han calculado que si ahora el litro de aceite se cotiza
en 40 pesos en el mercado ilegal, cuando llegue ese momento podría bajar
a la mitad. Pero eso es aceite de otro barril, digo, tema de otro artículo.
De momento, si aparece el aceite, aunque a costa de su agua con azúcar
la gente tendrá con qué freír algunas menudencias, pues
media libra al mes tampoco es para tanto.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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