Aitor Suárez colabora en campañas de sensibilización
sobre el país caribeño Aconseja superar los circuitos habituales
del turismo de la isla
Gerardo Elorriaga Bilbao.
El Correo Digital. España,
octubre 26, 2001.
«Yo tenía ganas de hacer algo, de implicarme en una causa u
organización y no limitarme a apoyar actos puntuales. Podía haber
sido la deuda externa o cualquier otra cuestión, pero como siempre me había
sentido atraído por su proceso revolucionario, opté por Cuba».
Aitor Suárez y Elián llegaron a la isla casi al mismo tiempo,
durante el mes de julio de 1999. Pero, mientras que el retorno del niño
balsero recibía amplia cobertura de los medios de comunicación, el
joven baracaldés se integró discretamente, junto con otros
trescientos brigadistas, en un campamento cercano a La Habana. «Por la mañana
ayudábamos con la caña de azúcar o en los naranjales, por
la tarde realizábamos excursiones o encuentros con diferentes sectores
sociales».
Acabada la estancia, recorrió el país por su cuenta. «Buscaba
el contacto con la gente, porque hay verdades que no saben o no se quieren
transmitir», asegura con entusiasmo. «Descubrí un sistema
sanitario que ha funcionado incluso cuando peor lo han pasado, que la educación
gratuita llega a la universidad o que allí, aunque hay pobreza, nadie
duerme en la calle».
También le sorprendió el nivel cultural de la población.
«Enseguida te preguntan por nuestra tasa de paro o el producto interior
bruto, ¡flipas!», indica. «Y sacan de donde no tienen para darte».
No menos asombroso le pareció que hayan aguantado un bloqueo comercial
tan largo . «Aquí hay una huelga semanal de camiones y las 'amas' y
'aitas' arrasan con las estanterías de los supermercados. ¡Imagina
esa situación durante cuarenta años!».
Sin embargo, Aitor es consciente de que muchos cubanos sueñan con
alcanzar los cercanos cayos de Miami. «Se quieren ir por la penuria que
sufren», explica. «Y en esa tesitura, yo sería el primero que
me lo pensaría. Lo cierto es que el desarrollo social no se corresponde
con el económico y genera sus contradicciones. Por ejemplo, el conductor
de una bicitaxi para extranjeros cobra más que un médico». En
su opinión, el sistema electoral es otra de sus aportaciones más
originales. «Es horizontal, la elección se lleva a cabo en el barrio
y no tiene nada que ver con los partidos, ni siquiera con el Comunista».
Final coherente
Tras su vuelta, decidió tomar parte activa en la Asociación
Cultural Euskadi-Cuba. «Me pareció un final coherente para mi
experiencia. Si crees en una causa, lo importante es arrimar el hombro, si
encuentras un problema que te atrae, no te limites a hablar. Implícate
hasta donde puedas o desees, sencillamente», recomienda.
Ahora forma parte de un grupo de sensibilización y se encarga del
diseño de sus carteles y demás material impreso. «Pretendemos
hacer un programa de radio que explique la situación», indica. «No
somos una ONG neutral, sentimos simpatía por la revolución, aunque
nuestro trabajo es crítico».
Desde su particular experiencia, aconseja descubrir Cuba y cualquier parte
del mundo con una perspectiva renovada. «Nos miramos demasiado el ombligo y
existen otras realidades y problemas que merecen nuestro interés»,
lamenta. «Por ejemplo, decimos que conocemos la isla, y no hemos dejado la
playa de Varadero y la compañía de una mulata. Existe otro país,
aún no viciado por el turismo y sus dólares.Y no voy de Che
Guevara, ¡eh!».
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