Roberto A. Weill. Publicado el lunes, 22 de octubre de 2001
en El Nuevo Herald
En sus memorias Winston Churchill describe cómo la entrada de Estados
Unidos en la Segunda Guerra Mundial se convirtió en el momento más
importante de su carrera política y de la entonces asediada civilización
occidental. Bien entendió el estadista que tal decisión a raíz
de Pearl Harbor significaba también la salvación final de
Inglaterra del peligro totalitario. Como paralelo histórico podemos hoy
aseverar que el trágico evento del pasado 11 de septiembre abre
finalmente también las compuertas de la libertad de Cuba.
Es necesario por ende desarrollar una nueva matriz de opinión
sustentada en la emergente realidad mundial.
De lo contrario las fuerzas del mal seguirán avanzando hasta
sepultarnos sin clemencia. Nosotros, los cubanos libres, tenemos la inescapable
responsabilidad de ayudar a nuestro presidente a estructurar y actuar sobre esta
nueva matriz de opinión mundial.
Las raíces del conflicto de esta "primera guerra mundial del
siglo XXI'' se retrotraen al advenimiento del concepto político del
tercer mundo. Su gestación comienza en los albores de la era postcolonial
posterior a la Segunda Guerra Mundial. Su institucionalización cristaliza
en la ciudad de Bandung, Indonesia, del 18 al 24 de abril de 1955. Allí
se reunió la primera generación (23) de caudillos asaltadores del
poder postcolonial bajo la égida del hindú Jawaharlal Nehru. Otros
como el egipcio Gamal Abdul Nasser, Nkruma de Africa y Sukarno de Indonesia
inventaron para el mundo la matriz confrontacional de opinión política
del "tercer mundo''. "La violencia moral de las naciones'' (Sukarno)
fue su pilar filosófico, el terrorismo su metodología asimétrica
y el complejo paralizante de culpabilidad del primer mundo, su catalizador. Sus
políticas socialistas y de verborrea demagógica finalmente
desbarrancaron a sus sociedades, creándose en las mismas un nefasto
complejo de inferioridad sistémica versus el éxito del primer
mundo capitalista.
El 1 de enero de 1959 tomó el poder en nuestro país, Cuba, el "primer
hijo de Bandung'' de la civilización occidental, Fidel Castro. Este
intelectual del gangsterismo estatal identificó desde sus inicios los
conceptos de guerra asimétrica sustentados en terrorismo urbano y
guerrillas rurales. La fórmula funcionó de forma impecable. Con
secuestros (Juan Manuel Fangio, marines de Guantánamo, etc.) y bombas
(Tropicana, etc.) el nuevo "caudillo tercermundista'' se alzó así
con Cuba. Excelsa victoria ésta del tercer mundo y sus aliados soviéticos
en contra de la capital del primer mundo, Estados Unidos. Se convalidó así
la primera gran victoria de los "hijos de Bandung'' y de sus tácticas
de asimetría bélica en el corazón del hemisferio
occidental.
La traición de Kennedy a la Brigada 2506 y el posterior acuerdo
Kennedy-Jrushov garantizaron la permanencia y proyectaron al terrorista de Cuba.
Tal impunidad coadyuvó a sembrar el germen de la violencia del tercer
mundo, sustento del asesinato perpetrado el pasado 11 de septiembre del 2001 en
contra del símbolo del éxito del primer mundo, las torres gemelas.
No ha existido grupo terrorista conocido que no haya pasado por la isla del
terror, Cuba. El IRA de Irlanda del Norte, la ETA de España, la OLP de
Arafat, el M-19, ELN y FARC de Colombia, los macheteros de Puerto Rico, los
black panthers, los sandinistas, Sendero Luminoso y los túpac amaru del
Perú, el secuestro de aeronaves, etc. La invasión castrista de
Cuba por 42,000 tropas soviéticas, la KGB y la Stassi (Alemania Oriental)
es un monumento al terrorismo de estado anticivilización. La optimización
de la violencia como arma política de este excelso terrorista mundial nos
puso a todos en el planeta al borde de una guerra nuclear en 1962. Hoy hasta el
secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, asevera que Cuba posee armas bioquímicas.
Sus terroristas, narcotraficantes y espías han invadido a Estados Unidos
y al mundo globalizado, minando nuestra civilización.
Es este, por ende, a pesar de la tragedia de septiembre 11, como en el caso
de Winston Churchill en 1941, el momento crucial de nosotros los cubanos.
Nuestros hermanos y socios de Estados Unidos finalmente se han despertado. Es
necesario que el "país cubano del exilio'' (Cuba es una nación
con dos países) apoye en primera línea a la "coalición
internacional'' convocada para lanzar esta primera guerra del siglo XXI. Es
justo y estratégicamente necesario en esta guerra radicalizar nuestra
posición política exigiendo una "rendición
incondicional'' del régimen antioccidental y terrorista de La Habana.
Ello fue la exigencia de Franklin Delano Roosevelt en la Conferencia de
Casablanca en enero de 1943 ("rendición incondicional. Estados
Unidos no negocia con dictadores'').
La entrega inmediata de Fidel Castro y aquellos cabecillas de su régimen
a las autoridades internacionales de justicia, junto a un cronograma de
democratización de Cuba a corto plazo, y una inspección ocular in
situ de las instalaciones bioquímicas, estación de espionaje en
Lourdes, etc., tiene que ser ahora la inmediata respuesta de aquellos miembros
del gobierno cubano que no desean quedar involucrados con el castigo histórico
que la civilización occidental hoy prepara para los "enemigos de la
libertad''. El mundo está en guerra y Cuba en la lista de los países
terroristas del Departamento de Estado. En el contexto de esta "guerra'' no
es tolerable este enemigo a 90 millas de nuestras costas con presuntos espías
(Ana Belén Montes) incrustados hasta en el Pentágono. Nos va en
ello la vida.
Fundador y presidente de la Universidad Latinoamericana de la Libertad
Friedrich Hayek.
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