Cupido está
en baja
Juan Carlos Linares / CubaNet
LA HABANA, octubre - Siempre se llamó posada en Cuba a los moteles
donde las parejas se hospedaban algunas horas, a falta de vivienda propia o por
otras causas que no vienen al caso, para tener relaciones sexuales.
Al consultar la guía telefónica de 1960, confirmamos que sólo
en la capital del país existían 34 posadas y 180 hoteles pequeños.
En ese entonces la población habanera era menor al millón de
personas.
Sin embargo, a más de 42 años del llamado triunfo
revolucionario las parejas capitalinas no tienen prácticamente dónde
hospedarse. En la guía de teléfonos de 2001 se relacionan 26
posadas, de las que se constató que sólo 15 funcionan con
regularidad. Ahora la población de Ciudad de La Habana se calcula en más
de dos millones de individuos.
El servicio de estos 15 establecimientos es considerado pésimo, según
trascendió en la encuesta informal realizada al respecto.
Para la generalidad de los consultados la posada no es más que un
inmueble mal alumbrado por un bombillo incandescente que permite ver las paredes
despintadas, húmedas y llenas de escritos cargados de palabras obscenas,
amueblado con una cama cuyas patas casi siempre son bloques o ladrillos de los
usados en la construcción. Un baño, compuesto por taza sanitaria
(muchas de ellas sin tanque) y lavamanos, que casi nunca tiene agua corriente y
en el que suele verse el siguiente anuncio: "No hay servicio de agua, le
rogamos que nos disculpe", y firma "La Administración".
Un número no precisado de estas posadas se mantienen activas porque
sus empleados usan el inmueble, que es propiedad del estado, pero las sábanas,
toallas, jabones, bebidas alcohólicas y demás productos que
requiere este tipo de servicio los adquieren a través del mercado negro.
"Ellos lo hacen para no perder su empleo, y el Estado se hace el que no
ve, porque en definitiva recibe su tajada sin invertir absolutamente nada en las
posadas. Es una especie de trato no escrito", reveló una fuente
vinculada al sector.
El deficiente servicio de las posadas dio lugar a un negocio que parece
prosperar muchísimo en estos días. Se trata de particulares que
alquilan una o más habitaciones de sus casas para que las parejas de la
capital puedan tener relaciones sexuales en condiciones aceptables.
El precio de estas habitaciones oscila entre 100 y 200 pesos por cuatro o
seis horas de alquiler, según el propietario.
La característica de este negocio es que las habitaciones son
confortables, bien amuebladas y algunos propietarios las tienen equipados con
televisores en colores.
Por supuesto, para alquilar una de estas habitaciones hay que conocer a las
personas que se dedican a este negocio o ser recomendado por algún "cliente
fijo" de ellas. El alquiler se realiza a escondidas de los Comités
de Defensa de la Revolución y de los delatores de la policía.
La necesidad de posadas en Cuba crece junto con la población. El
gobierno de Fidel Castro prioriza alojamiento para turistas extranjeros a fin de
obtener dólares, pero no tiene capacidad para solucionar problemas como
el de la construcción de moteles o de viviendas para los nacionales.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
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