Tedio
infinito
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad / CubaNet
LA HABANA, octubre - Los cubanos llevamos casi cuarenta y tres años
viendo a los mismos dirigentes, escuchando las mismas consignas y oyendo, más
o menos, los mismos discursos.
Las frases "gracias a la revolución", "si no hubiera
sido por la revolución no tuviéramos estos logros", "el
socialismo nos ha hecho superiores", y otras del mismo corte, nos las han
dicho hasta la saciedad.
Al mismo tiempo, hemos visto a los líderes -que llegaron al poder
jovencitos- ponerse viejos juntos, porque son contemporáneos. Esto trae
el descargo, la lógica lo indica, de que también partirán
juntos. Es de suponer que, además, con ellos se marchen todas sus frases
hechas y sus elaboradas consignas.
Esperamos que también se lleven los millones de medallas y de
diplomas que han entregado en estas décadas por cualquier motivo de su
interés.
Los viejos representantes del régimen han desplegado desde siempre
una colosal y permanente propaganda a su favor. La embestida, en ese sentido, no
tiene parangón en la historia de este país. Sin embargo, todo esto
lo que ha hecho es acrecentar, en vez de evitarlo, el aburrimiento que el
comunismo trajo a Cuba.
El manto de tedio es tan grande que a veces se llega a pensar que tantas
personas abandonan el país porque están hastiadas de ver, de
escuchar a los mismos señores gobernantes diciendo una y otra vez, de una
u otra forma, siempre lo mismo.
Ciertamente que el aburrimiento ha matado a la moral, porque nada le impele
a dar el salto hacia arriba. Siempre te venderán seis libras de arroz por
la libreta de racionamiento, y lo que logres (en realidad se está
impedido de lograr cualquier cosa verdaderamente valiosa y permanente en virtud
de los deseos personales) siempre será "gracias a la revolución".
En Cuba, casi a los cuarenta y tres años de soportar a los mismos líderes
en la palestra, de nada hay bastante, exceptuando a la represión y, por
supuesto, a la repugnancia del mismo programa político, que tiene como
objetivo máximo el de mantener en el poder al mismo grupo.
Los cubanos estamos inmersos en una especie de teorema fuera del raciocinio
cuya parte visible es la existencia en hastío. El aburrimiento y la
impotencia matan de manera muy desagradable, porque cuando se llega al final ya
se ha muerto varias veces.
Antaño, la sociedad cubana vivía esperanzada, pero el
estaticismo del sistema comunista, su burda manera de ser y de actuar, detuvo el
ritmo de la vida y nos estancó en el tiempo para introducirnos en un "no
ser".
La única alternativa que nos queda es cambiar el rojo por el verde,
para que la vida tome su latido natural y el aburrimiento de la nación se
torne historia pasada, truculenta.
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