Las
tribulaciones de un gordo en Cuba
Tania Díaz Castro, UPECI / CubaNet
LA HABANA, octubre - Tanto el hombre, la mujer como el niño cubano,
sobre todo los que componen familias de a pie, acumulan gran cantidad de grasa
en el cuerpo a consecuencia de la mala calidad en su alimentación por la
cuota regulada de productos que les impuso el Estado socialista hace décadas.
Según la prensa oficialista, sobre todo por estos días que se
refiere tanto al derecho de otros pueblos a recibir alimentación
adecuada, en el mundo existen 300 millones de personas que padecen la enfermedad
de la obesidad.
Sin embargo, en la misma prensa jamás se ha divulgado la cifra de los
enfermos cubanos, mucho menos la de los niños distróficos a
quienes, como a los demás niños, a los siete años se les
quita la cuota normada de leche fresca.
Los obesos cubanos afrontan serias dificultades para vestirse, calzarse y
sobre todo para alimentarse adecuadamente. La tienda "Vanguardia", más
conocida como "la tienda de los gordos" -situada en la intersección
de las calles Belascoaín y San Miguel, en el municipio Centro Habana-
durante años vendió determinados artículos de vestir con
tallas extras que, pese a ser confeccionados en la nación y por tanto de
mala calidad, resolvían el problema de la ropa de los gordos y el calzado
especial que requieren ciertas personas.
Pero esta tienda desapareció hace ya algunos años y el calzado
se hace cada vez más difícil. Como única opción el
gordo cubano dispone de las tiendas dolarizadas, donde se oferta ropa de segunda
mano adquirida en el extranjero y en las que sólo eventualmente se
encuentran tallas fuera de lo común.
Una de las gordas más famosas de Cuba -hoy en el exilio de Miami- es
la cantante popular Maggie Carlé, quien pudo bajar de peso en poco tiempo
gracias al riguroso tratamiento que recibió en el hospital "Hermanos
Ameijeiras", en Ciudad de La Habana.
Sin embargo, la gorda de a pie no tiene fácil acceso a dicho ingreso.
Tendría que ser dirigente político o gordo extranjero que pague en
divisas.
Como no se dispone de facilidades para combatir la enfermedad de tantos
cubanos obesos, su vida en sociedad está plagada de tribulaciones. Para
confeccionar su ropa, calzado o un simple mueble doméstico debe acudir a
trabajadores particulares que en muchos casos son perseguidos por la policía
por carecer de licencia.
El régimen de Fidel Castro se ha olvidado irremediablemente de los
gordos cubanos, a pesar de que la población que administra y dirige
totalmente es en su mayoría obesa, atribulada por tantas libras de más.
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