¿Seguridad
ciudadana?
Caridad Cristina Alvarez, Grupo Decoro / CubaNet
LA HABANA, octubre - ¡Cuba!, qué felicidad sentía en su
corazón. Después de dos años de ausencia regresaba a la
patria para permanecer en ella durante veintiún días. Vería
a sus hijos y a sus nietos también.
Con el dinero ahorrado en estos dos años de vida en Miami podría
resolverle problemas a la familia y ayudar modestamente a alguna que otra
amistad.
Cruz Martínez llegó a Ciudad de La Habana en la noche del sábado
25 de agosto. Tomó un auto en el aeropuerto internacional "José
Martí" rumbo a la modesta casa de 41 entre 58 y 58B, en el municipio
Playa de esta capital.
Descendió con prisa y unos niños la rodearon.
"Suelta, chico, no me hales el bolso. ¡El bolso, el bolso,
auxilio...!"
Todo fue muy rápido, no hubo tiempo de hacer nada. Un sujeto en
motocicleta esperaba al ladrón. Se dieron a la fuga.
Comenzaron los trámites legales ante las autoridades. Se efectuó
la denuncia correspondiente. Se hizo el retrato hablado del asaltante. Los
peritos acudieron al lugar del hecho e interrogaron a la familia de Cruz.
Prometieron resolver el caso en breve tiempo.
Por su parte, la señora Cruz se remitió a la Oficina de
Intereses de los Estados Unidos en Cuba para solicitar la documentación
que perdió en el bolso robado junto a mil quinientos dólares y
otros artículos que traía para regalar.
Quince días después de su llegada, la señora Cruz
regresó a Miami con todos sus documentos en regla, pero decepcionada de
esperar inútilmente porque la policía resolviera el robo y
convencida de la ruina moral de la Cuba que ella tanto ama.
Se pudieran citar muchos casos demostrativos de que la paz y la seguridad en
las calles de la isla es pura fachada. La miseria espiritual y económica
ha causado el aumento de la delincuencia.
El incremento de las fuerzas policiacas con personal proveniente de las
provincias orientales del país no ha favorecido el resultado de las
operaciones contra el fenómeno del delito. El aumento de los asaltos y
robos con fuerza sin solución crecen por día.
Lejos de conseguir efectividad en su lucha contra la delincuencia, los policías
se limitan a pasear en parejas por las calles y pedirle identificación a
los transeúntes.
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