Profanado el
panteón de la Asociación de Reporters de La Habana
Juan Carlos Linares / CubaNet
LA HABANA, octubre - Una llamada telefónica me alertó
recientemente sobre el deterioro del panteón perteneciente a la extinta
Asociación de Reporters de La Habana, que fue proclamado en 1987
monumento nacional. De inmediato me dediqué a investigar el asunto. Ese
mismo día por la tarde me personé en el cementerio de Colón,
cuya entrada principal se encuentra en Avenida Zapata y calle 12, en la zona del
Vedado.
Una empleada me informó de la existencia de varias bóvedas de
periodistas y reporteros, como las del Diario de la Marina, Prensa de Cuba y El
País, pero no tenía ningún dato sobre la que yo buscaba.
Luego de algunas averiguaciones más, un funcionario de Colón me
comunicó que la tumba por la que preguntaba se encuentra en la intersección
de las calles 14 y J, y cuando me retiraba de la oficina añadió: "Tiene
los cristales rotos".
Bajo amenaza de lluvia llegué al lugar indicado. Allí observé
una hermosa construcción de los años 50 del siglo pasado, en forma
de arco, con techo de hormigón. Su fachada y fondo fueron de cristales,
pero sólo quedan algunos restos de vidrio.
Una tarja de bronce rectangular empotrada en uno de los muros expresa: "Este
panteón, homenaje a la superación periodística, fue
construido siendo presidente de la Asociación de Reporters de La Habana
José Corrones y Díaz, por iniciativa de la comisión de
asistencia social, y fue asesor de esta obra Diosdado del Pozo Fabelo. 31 -
marzo - 1957".
Seis escalones ascienden hasta su terraza exterior. A la derecha, otra traja
de bronce incrustada en el muro, pero de forma ovalada, contiene el bajorrelieve
de un manuscrito sobre el cual penden dos plumas de ave entrecruzadas y más
arriba ilumina una antorcha encendida. El nombre de la asociación rodea
la tarja.
La puerta de aluminio permanece abierta cual ademán que invita a
penetrar a todo el que por allí pase. Dentro, un recinto impresionante
por su majestuosidad y excelencia arquitectónica, cuya parte más
alta tiene seis metros y el piso de granito cubre seis por tres metros de área,
en el que hay un orificio rectangular a la izquierda por donde otrora descendían
a soga los féretros hacia los dos pisos soterrados del panteón. A
la derecha, la escalera que conduce a estos pisos.
El recinto se estremeció con los truenos, las gotas de agua
penetraban por doquier. Al primer piso se desciende por veinte escalones. Allí
reina el caos: restos humanos de varias personas se mezclan en algunos nichos,
mientras en otros hay féretros en perfecto estado de conservación...
pero vacíos.
La sala superior se inundó rápidamente. La lluvia no se detenía.
El agua bajaba los escalones, y penetró en los pisos soterrados donde la
humedad se multiplica con cada aguacero. El piso segundo se encuentra en igual
estado de deterioro.
La Asociación de Reporters de La Habana fue la primera organización
de su tipo en Cuba. Más tarde se creó la Asociación de
Reporters de Santiago de Cuba. Celebraron su primer congreso en 1941 y 1943,
respectivamente, y mediante decreto presidencial, se creó el Colegio
Nacional de la República de Cuba.
Es contradictorio que el gobierno de Fidel Castro exprese que impulsa la
cultura en el país, mientras existen escenas como la descrita. La
destrucción del panteón de la Asociación de Reporters de La
Habana atenta contra el patrimonio cultural de la nación, además
de constituir flagrante violación de la ley de profanación y
saqueo de tumbas.
¿Por qué los periodistas dependientes del régimen de
Fidel Castro, que son los únicos que pueden publicar en los medios
nacionales, no levantan sus plumas y denuncian este ultraje a la historia del
periodismo cubano? Silencio, en muchos casos, significa complicidad.
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