A paso de
bastón: madorrio@islagrande.cu
Manuel David Orrio, CPI / CubaNet
LA HABANA, octubre - No recuerdo ahora quién dijo que por la libertad
siempre se paga un precio alto. En Cuba, según parece, lo mínimo
pudiera ser los cuatro dólares con cincuenta centavos que cualquier
cubano de a pie ha de abonar por obtener su dirección de correo electrónico
privado, absolutamente legal.
Tal es el importe de la tarjeta que da derecho por tres horas a comunicarse
con cualquiera en el mundo desde oficina pública y hasta "chatear"
en los sitios Web del gobierno de Fidel Castro, en la llamada Intranet de Cuba.
Cuatro dólares con cincuenta centavos, por tres horas, cuesta la aún
muy limitada libertad de comunicarse, equivalente al 38 por ciento del salario
medio mensual declarado al cierre de agosto por el Ministerio de Economía.
Pero algo es algo. Lo saben los jóvenes que concurren a la oficina
postal número 6, en iudad de La Habana, para pasar algunas horas en
libertad con el condenado jueguito del "chateo" y de paso comunicarse
con amigos en el exterior.
Bicho raro el que apareció por allí, medio mareado por la
presencia de tanta hembra juvenil. Un tal Manuel David Orrio, periodista
independiente cubano, solicita a lectores y amigos enviar mensajes a
madorrio@islagrande.cu para saber
si la mentada libertad lo es tal, si la censura del gobierno de Fidel Castro no
se extenderá al estrenado correo electrónico.
Está por ver la significación que la nueva posibilidad tendrá
para el periodismo independiente cubano, en escenario donde se pueden comprar
computadoras pero no aparece dinero para adquirirlas. Por lo pronto, en la
oficina postal número 6 parecen existir aspiraciones de Primer Mundo,
para emplear el término que Thomas Friedman rechazaría. No
obstante la censura, se nota a las claras anhelo de Lexus, sin abandonar al árbol
de olivo. Tal es la clave, más este dato: sólo abierto para
quienes pueden pagar.
Chicos curiosos, los del "chateo" en la oficina 6. Ocupan cuatro
de las seis computadoras habilitadas en el salón de la sede del
Ministerio de Informática y Comunicaciones, y constituyen una especie de
club de conocidos el cual incluye desde el gay post-modern, simpatiquísimo,
hasta la negrita "cabeza 'e puntilla", de ombligo a los aires y
arrastrar de sandalias. Dominan el espacio, obligan a la paciencia de quienes sólo
aspiran a enviar su e-mail.
Sin embargo, son serviciales. Basta la señal de los neófitos
para que acudan en su ayuda. Como de paso, uno de ellos va enseñando
trucos y secretillos, en clima de libertad marcado por las complicidades. A fin
de cuentas, todos los presentes pagaron por tres horas de vuelo al infinito como
si se dijera entrenamiento para la ascensión a lo Juan Sebastián
Gaviota.
Otros sitios de La Habana también ofrecen posibilidad como ésa,
incluso de mayor alcance. Pero no es lo mismo pagar cinco dólares por una
hora con acceso a Yahoo!, que desembolsar cuatro cincuenta por dos horas más,
que de todos modos involucran al abonante en asociación informal cuyos
alcances ni siquiera pueden estimarse en las actuales condiciones isleñas.
Desde lugares como la oficina 6 se participa en la interminable conversación
entre cubanos, donde lo mismo circulan chistes anticastristas que impublicables
imágenes de George W. Bush y Osama bin Laden, ya en manos de este
periodista. Humorismo de Cuba es humorismo de Cuba, y ya se sabe.
Iván es uno de los "chateadores" viciosos de la oficina 6.
Por supuesto, ni preguntar cuánto gasta ni cómo obtiene el dinero.
Posee varias direcciones electrónicas, relacionadas con cubanas de turno
y una española que le agua la boca con la ilusión de partir. Opina
que esta posibilidad habrá de extenderse. "Esto no hay quien lo
pare. Patilla no puede contra el progreso", afirma.
Iván, joven de la calle cubana, habla horrores del embargo. Pero dice
que el principal es interno. Curiosamente, no entiende a las claras qué
es ser periodista independiente, ni le importa mucho. A él le bastó
con que le presté mi encendedor. Y después la pluma, porque anotó
mi dirección: madorrio@islagrande.cu
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