Un apunte
sobre John Lennon
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - Uno de los puntos controvertibles
en el modo con que el gobierno de Fidel Castro y la prensa oficiosa cubana han
abordado el atentado terrorista ocurrido el 11 de septiembre en NewYork, así
como la guerra que hoy se libra en tierras de Afganistán, es haber tomado
a una de las más conocidas canciones del exbeatle John Lennon como divisa
musical del discurso que desde tribunas y canales televisivos se proyecta hacia
la población isleña. No al terrorismo, no a la guerra; es la
consigna que, con el empleo de la canción Imagine, se lanza al vuelo las
24 horas del día.
No es un secreto la contradictoria relación cultural del gobierno de
Fidel Castro con el fenómeno musical representado por The Beatles, en
particular con John Lennon, cuya debatida personalidad parece que será
siendo objeto de nuevas disputas. En los años 60 del siglo pasado, dicho
gobierno practicó hacia ese cuarteto una de las más ridículas
censuras del mundo. La música de The Beatles se pudo escuchar en Cuba, a
través de cadenas radiales o televisivas, cuando ya el grupo se había
disuelto. De John Lennon se apuntaron y dijeron horrores, absolutamente
consultables en las páginas de los periódicos de la época.
El tiempo, el implacable, pone todo en su lugar. El genio musical de The
Beatles pudo más que la censura castrista. Hoy, en un parque de La
Habana, una estatua de John Lennon testimonia el triunfo de los censurados. Tal
es el hecho.
Ocurre, con muchísima frecuencia, que la censura de un poder tiende a
santificar a la obra censurada cuando ésta se impone sobre aquella. De
este modo, lo que en algún momento se interpretó como peligro para
un sistema de dominación cualquiera, pasa por un proceso de asimilación
a las estructuras dominantes, que no sólo hace inocuo al supuesto mensaje
subversivo, sino que además permite su manipulación a los efectos
del poder. Con la música de The Beatles, en particular la de John Lennon,
puede afirmarse que así sucede en la Cuba de Fidel Castro, sobre todo al
aprovecharse la conocida militancia pacifista del compositor melenudo. No es de
extrañar, por ello, que el discurso oficial de Cuba esté empleando
a la canción Imagine como una suerte de segundo himno nacional.
Las ideas de John Lennon, en particular las vertidas en Imagine, tienen
desde fanáticos hasta críticos. Uno de los segundos es un hombre
al que respeto y admiro porque sobre sus espaldas recae la nada fácil
misión de conducir los destinos de la Iglesia Católica Cubana. Se
trata del Cardenal Jaime Ortega Alamino, quien en un artículo publicado
en el boletín habanero "Aquí la Iglesia",
correspondiente a octubre, bajo el título "La Paz: ¿Una canción
o una plegaria?", expresó sus opiniones contrarias al valor de la
canción y hasta en cierto sentido la emprendió contra la
personalidad de Lennon, al insinuarle como soñador que "puede
tenderse en la hierba de un parque y perderse en su mundo imaginado", y
contraponerle al "luchador por la paz" que siembra el amor en los
corazones.
De inicio, olvida el Cardenal cuántos problemas bien concretos se
buscó John Lennon, súbdito inglés residente en los Estados
Unidos, por su abierta y militante oposición a la guerra de los
norteamericanos en Vietnam. Bien conocido es que el exbeatle tuvo "expediente
abierto" en los archivos del Buró Federal de Investigaciones de los
Estados Unidos, a mi entender razón suficiente para demostrar que Lennon,
en asuntos de la paz, no se tendió a soñar sobre la hierba de un
parque.
Sin embargo, tal inexactitud histórica no es lo más peligroso
en el artículo del Cardenal, sobre todo en las particulares
circunstancias cubanas. Su Eminencia afirma, sobre la composición
Imagine, que "La letra de la canción lleva en sí misma una
carta negativa para aquel y para este momento del devenir histórico. Creo
que las reticencias para difundirla cuando se hizo popular años atrás
conservan aún su razón de ser".
Si quieren, que me cuelguen, acostumbran decir los ingleses. Pero no acabo
de comprender este asunto de un Cardenal diz que defensor de los derechos
humanos, dedicado a justificar de manera abierta la censura a una canción,
sólo por el aquello de que la letra de la misma contiene un mensaje que
dice él que negativo, sólo porque la misma porta un claro ateísmo.
En Imagine nada existe de obsceno u ofensivo. Se puede o no estar de
acuerdo con el texto de la composición, pero de ahí a casi llamar
en favor de una censura, en país donde la misma iglesia que el Cardenal
Ortega dirige es víctima al menos parcial de las coyundas al decir y
publicar, va un largo trecho.
¿Comprenderá el Cardenal Ortega que al promover o justificar
cualquier tipo de censura que rebase las normas democráticas
internacionalmente aceptadas, de hecho defiende a la padecida por la Iglesia católica
isleña?
Dice Ortega en su artículo: "A ustedes, queridos cristianos, les
repito la palabra convocante de Jesús en el Sermón de la Montaña:
'Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de
Dios'".
John Lennon trabajó por la paz. Su estatua sedente en un parque de La
Habana quedará muy por encima de todas las manipulaciones políticas
de las que hoy es víctima su recuerdo. Y Dios en persona, Cardenal, hace
mucho que le llamó hijo.
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