A pesar de
todo, prefiero ser periodista independiente
Orlando Prado Gómez / CubaNet
LA HABANA, noviembre - La vida de los periodistas independientes o
alternativos es muy difícil en Cuba. Reprimidos por la policía política,
hambreados, mal vestidos y peor calzados, sobreviven milagrosamente en medio del
temor que conlleva asumir posturas verdaderas en país donde impera un
sistema totalitario.
Sin embargo, los periodistas independientes se consideran ricos -no en
bienes materiales, sino en dignidad- en medio de su pobreza, porque no han
prostituido sus ideas ni su lenguaje.
La prensa independiente siempre ha llamado cada asunto por su nombre exacto,
en contraposición a periodistas asalariados del Partido Comunista, grupo
político al que vendieron no sólo la pluma sino también la
conciencia.
Los escritos e ideas de los reporteros oficialistas cambian de acuerdo al
color de los tiempos y a la necesidad de quien les paga.
Por ejemplo, ahora la prensa oficialista habla de la invasión soviética
a Afganistán pero unos años atrás trataban el asunto de "misión
internacionalista soviética en Afganistán".
En 1968 la invasión soviética a Checoslovaquia fue encubierta
tras "la ayuda solidaria ante las fuerzas reaccionarias del imperialismo".
La apertura económica china fue calificada en su tiempo de "traición
al campo socialista", ahora se ensalza el desarrollo económico
chino.
Antes, los periodistas oficialistas aseguraban que después de la
Segunda Guerra Mundial la URSS liberó a los países de Europa del
Este, pero en este instante consideran que les impusieron el sistema comunista
con las esteras de los tanques.
Si antes guardaban silencio sobre John Lennon y la música de The
Beatles, ahora escriben noticias y artículos elogiándolos y sobre
la estatua de Lennon en el Vedado y el robo de sus espejuelos.
Hace un mes despotricaban contra las bases militares en otros países,
pero hoy lloran por el próximo desmantelamiento de la base rusa de
Lourdes.
Estos son unos pocos ejemplos de los malabares que tienen que hacer los
periodistas oficialistas para mantenerse a tono con la política del
Partido Comunista.
Muchos de estos colegas, que ahora piensan con el estómago, mañana
dirán: "¡Me vi obligado a actuar así!" Pero
semejante excusa no será aceptada, porque nadie puede ser obligado a
comulgar con la infamia.
Por estas y otras razones es que hay periodistas que prefieren ser
independientes.
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