Lugar común
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, mayo - Si hay una frase manida, un lugar común que me
molesta, es ésa de llamarle al agua "preciado líquido",
a la caña "dulce gramínea", a la pelota "deporte
nacional". En primera, el agua es tan indispensable que no tiene precio, la
caña de azúcar no es gramínea, y el base-ball no es auténticamente
cubano. Pero abra un periódico, escuche la radio o vea la televisión
para que compruebe la falta de imaginación y de lenguaje que padecen
nuestros reporteros oficiales.
La epidemia de las frases hechas, de los adjetivos vueltos conceptos se
expande como una mala hierba por todos los medios de comunicación
cubanos. Cuando se refieren "al imperio", hay que sobrentender que se
trata de Norteamérica, jamás del Imperio Ruso de Pedro el Grande,
el Imperio Romano, o tal vez el Otomano. Cuando dicen "gusanos", jamás
se aproximan al laborioso fabricador de la seda o al fascinante animalito que da
lugar a la crisálida y más tarde a la mariposa, quieren decir:
disidentes, opositores, desafectos, contrarios políticos. Cuando
pomposamente aluden a "los abnegados hombres de las batas blancas",
jamás piensan en los laboratoristas industriales, en los investigadores
científicos, en los procesadores de alimentos, dirigen su desmañada
metáfora a los médicos que laboran en el exterior del país.
Cuando califican de "heroicos formadores" hay que saber que se trata
de los maestros que por magros salarios y con métodos de férrea
ideología adoctrinan a los niños cubanos. Cuando hablan de "excelentes
resultados" hay que ser cubano para comprender que se pondera el
cumplimiento de algún "plan de producción" como pudiera
ser la cosecha de papas que luego sólo en la prensa se ve.
Si de calificativos acuñados, con visto bueno y sello de calidad se
trata, La Revolución es siempre "victoriosa"; cualquier
gobierno que vote contra Cuba en un concilio internacional, "lacayo del
imperialismo"; cualquier persona que haga declaraciones adversas al sistema
cubano, "mediocre político o intelectual"; en fin, que
dominando la inflexible e infalible eurística oficial, cualquier "confiable"
gacetillero puede "ser promovido" a "un cargo de dirección"
de un órgano de prensa nacional o espacio estelar de la televisión,
sin que medie más que "su probada fidelidad al proceso
revolucionario cubano".
Así no se le ocurre a ninguno decir que "el preciado líquido"
no llega a los hogares habaneros y que en los atardeceres es deprimente ver a la
gente haciendo colas frente a un grifo y cargando cubos de agua hasta el séptimo
piso, que "la dulce gramínea" no está produciendo zafras
de más de cuatro millones de toneladas de azúcar y que "el néctar
negro" después que fue racionado a raíz de que el ciclón
Flora azotara el país no ha vuelto a ser néctar, sino una mezcla
que oscila entre la sopa y la infusión la cual uno no sabe si sazonar o
endulzar.
Pero así son las cosas de la palabra y, en realidad, lo único
necesario para ser "un destacado periodista defensor de la verdad" es
ajustarse al rejuego semántico que baja del Olimpo.
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