Dora Amador. Publicado el viernes, 25 de mayo de 2001 en
El Nuevo Herald
El domingo 13 de mayo Juan Pablo II apareció de nuevo en la ventana
de su apartamento en la Plaza de San Pedro y le envió un mensaje al
mundo. Su fragilidad y su temblor, signos de su inmensa fuerza, acompañaron
como siempre su voz profética. Ese día se cumplían 20 años
del atentado en el que Mehmet Ali Agca le disparó a matar en esa misma
plaza.
El Papa recordó que fue María quien le salvó la vida
aquel histórico 13 de mayo de 1981. "Yo mismo tuve la oportunidad de
experimentar su protección hace 20 años'', dijo en esta ocasión.
Y en 1994, estando hospitalizado a causa de las heridas, explicó: "Una
mano materna guió la trayectoria de la bala, y el Papa agonizante se
detuvo en el umbral de la muerte''. Juan Pablo II vio el vínculo entre el
mensaje de la Virgen de Fátima, cuya aparición tuvo lugar el 13 de
mayo de 1917, y el intento de asesinato realizado contra él en esa misma
fecha más de 60 años después.
Como sabemos, el Santo Padre reveló el tercer secreto de Fátima,
que describe su atentado, el año pasado. "Este texto es una visión
profética comparable a la de la Sagrada Escritura'', dijo el cardenal
Angelo Sodano al terminar la misa celebrada por Juan Pablo II el 13 de mayo del
2000 en Fátima. "Fátima es, sin lugar a dudas, la más
profética de las apariciones modernas... La visión de Fátima
tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y
los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de los testigos de la fe del último
siglo del segundo milenio --los sucesivos acontecimientos del año 1989
han llevado, tanto en la Unión Soviética como en numerosos países
del este, a la caída del régimen comunista que propugnaba el ateísmo.
El comunismo que emanaba de Rusia estaba ideado para conducir a los pueblos a
una crisis de fe, a destruirla por completo'', afirma la interpretación
del mensaje de la Virgen hecha por la Santa Sede.
La persecución de cristianos ha sido una constante en la historia.
Pero a excepción de la era del imperio romano, nunca como en el siglo XX
fue tan feroz. Que ese descomunal intento de los gobiernos de erradicar la fe de
sus pueblos ha sido inútil, es constatar las palabras de Jesús al
fundar su Iglesia: "Muchos os perseguirán, pero las fuerzas del mal
no prevalecerán --la Iglesia no será destruida jamás''.
En efecto, en 2000 años de cristianismo, los que intentaron acabar
con la Iglesia "porque pensaban que era peligrosa para sus realidades
temporales, al tratar de aniquilarla lo que lograron fue precisamente
aniquilarse ellos mismos y aniquilar tales realidades temporales'', advirtió
monseñor Carlos Manuel de Céspedes en La Iglesia Católica
en Cuba en la aurora del tercer milenio, publicada hace un mes. "Los que no
simpatizan con la Iglesia y llegan a hostilizar su existencia, deberían
recordarlo de vez en cuando, antes de juzgar y planificar sus acciones con
relación a la fe y a la Iglesia'', continúa diciendo Mons. De Céspedes
en su reflexión sobre el Plan Global de Pastoral de la Iglesia en Cuba.
Para animar a los católicos, el sacerdote hace un recorrido histórico
del sufrimiento de los cristianos. Empezando por Nerón y otros
emperadores romanos, siguiendo con la revolución francesa, la ilustración
y la guillotina, Napoleón, Hitler y Mussolini, llega a las víctimas
del comunismo: "Lenin, Stalin y sus colegas y sucesores estuvieron
convencidos del fin de la religiosidad en los territorios que integraban la
URSS, considerándola como un fenómeno residual del viejo orden
superado por la revolución de octubre, y la combatieron ambos a sangre y
fuego. Los testimonios de las instituciones policiacas e ideológicas soviéticas,
hoy abiertos y en gran medida publicados, arrojan cifras más altas de víctimas
que las ofrecidas hace 40 ó 50 años por las publicaciones
occidentales, cifras que entonces considerábamos exageradas. ¿Qué
pensarían ellos, Lenin y Stalin, hoy de la vitalidad inaudita de la
Iglesia Ortodoxa Rusa, del renacimiento de la Iglesia Católica en su país?''
La reflexión de Céspedes es mucho más abarcadora al
tratar los retos que afronta la Iglesia en Cuba, que parten de la historia
nacional y que él rastrea con lucidez. Entre los actuales menciona la
promoción castrista de la religiosidad africana pagana, porque cree que
le resulta "fácilmente manejable'', mientras que un cristianismo
comprometido socialmente resulta "peligroso''. El sacerdote invita a los
católicos a no fijar su atención en lo inmediato, sino a tener
como creyentes la mirada "larga y humilde que nace de la contemplación
de la eternidad de Dios, que nos ha sido dada a conocer no por mérito
nuestro, sino gratuitamente, como don''.
Acojo esta invitación, la hago parte de mi oración diaria. Y
mirando la figura querida de Juan Pablo II, le doy gracias a Dios por el
misterio de la fe y por la vida de este hombre profético. Quienes se empeñan
en destacar su fragilidad, lo engrandecen a él y fortalecen nuestra fe: "Cuando
soy débil, entonces soy fuerte, porque no soy yo quien vive, es Cristo
quien vive en mí'', dijo Pablo, asesinado en Roma.
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