No es facel,
compay
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, mayo - Si fuera verdad aquello de que el hombre se crece ante las
dificultades, Polifemo sería un enano comparado con cualquier habanero.
Aquí hay que crecerse todos los días. Si algo no está
racionado en Cuba son las dificultades. Es difícil encontrar una medicina
recetada por un médico. Es difícil calzar y vestir a un hijo. Es
difícil transportarse a cualquier sitio de la ciudad. Es difícil
alimentarse, aunque sea con estómagos y paladares poco exigentes. Es difícil
comprar un boleto para el ballet. Es difícil atender como se debe a un
visitante querido en la casa. Es difícil hasta enumerar las dificultades
que padecemos.
Pero estamos tan acostumbrados a convertir los reveses en victorias y las
derrotas reales en victorias morales, que cuando logramos montarnos en un
camello, después de dos horas de cola, tres pisotones y una sabrosa
empujadera, respiramos aliviados y nos creemos que hemos vencido. Cuando llegan
dos huevos a la bodega, después de diez días de atraso, y logramos
comprarlos, mostramos unas alegres sonrisas, a todas luces triunfadoras. Cuando
reponen el fluido eléctrico, después de un apagón de cuatro
horas, ya quisiera que ustedes pudieran disfrutar la gozadera, rechifla, algarabía
que se desata en los barrios, es como si se celebrara un gran acontecimiento
histórico.
Nada, gigantes que somos los cubanos. Mientras más son las
dificultades, más divertidos y heroicos nos volvemos. Diga nada más
que hay calzoncillos rebajados en la shopping para que usted vea la tumultuaria
manifestación de alborozo que se orquesta; diga nada más que llegó
la jamonada de soya a la carnicería para que disfrute la contentura de un
maratón entusiasta hacia el establecimiento; diga nada más, a la
salida de la doble vía, que la rastra que se detuvo llega hasta Santiago
de Cuba, para que usted compruebe la dicha que se desata entre aquel gentío
que lleva días esperando para llegar hasta sus pueblos.
Pero si quiere ver el deslinde, la magnificencia, el apogeo, la apoteosis de
la alegría para enfrentar las más grandes dificultades, corra la
voz de que hay una lancha en las costas de Jaimanitas esperando pasajeros para
Miami, óigame, la exaltación, el despelote: sale gente de los
rincones más insospechados, y hasta campeones de boxeo, lucha libre, kárate,
se vuelven en el afán de vencer las dificultades.
Por eso no me extraña, ni debe extrañarle a usted, que miles
de cubanos, lo mismo bajo un sol inclemente que bajo un aguacero torrencial,
marchen fervorosos, enardecidos, felices, a lo largo de kilómetros por el
Malecón habanero, agitando banderitas y coreando consignas hasta
enronquecer. Es que el cubano está acostumbrado, desde hace cuarenta y
dos años, a vencer las dificultades con verdadera alegría
revolucionaria.
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