Las
tradiciones no mueren, viven en la sociedad
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, mayo - Luego de décadas de intolerancia y de la imposición
de una política atea, germinan nuevamente nuestras tradiciones en lo que
algunos consideran una demostración de que éstas no mueren, sino
que viven en la sociedad.
Gilda Morales, de 80 años, vio cómo el 15 de mayo su comunidad
católica celebraba "por lo alto" la fiesta del patrono de
Managua, San Isidro Labrador. "Aquí estamos, no nos han podido
destruir", apunta la anciana.
"Ya me puedo morir. Por primera vez en muchos años he visto a
San Isidro salir del templo en hombros de los jóvenes y recorrer aunque
sea un pequeño trayecto alrededor de la iglesia, como antes, juntos
todos, echando a un lado barreras políticas. Estábamos allí
comunistas, socialistas, creyentes y hasta extremistas, todos unidos",
recuerda emocionada la señora Morales.
El poblado de Managua está situado a pocos kilómetros de la
capital cubana, pertenece al municipio Arroyo Naranjo de Ciudad de La Habana y
fue una de las primeras villas fundadas en esta región (1730).
Como era costumbre entre los españoles que se establecieron en la
Isla, junto a la fundación de la villa estuvo la de la Iglesia Católica
que adoptó a San Isidro Labrador como patrono de Managua y desde mediados
de mayo se celebran los festejos correspondientes al patrono y a la efemérides
de fundación.
Según testimonios obtenidos entre las personas de más edad del
pueblo, estos festejos fueron famosos en los años de la República.
"A ellos asistían personas de todas las zonas de La Habana e incluso
de otras provincias", asegura una de las fuentes.
"Orquestas famosas de aquellos tiempos... mucha comida se vendía,
la procesión del Santo por las calles de Managua. Así fue durante
decenios, pero llegó el Comandante y mandó a parar...",
declaró un anciano de ojos claros como su pensamiento y mirada triste.
"¡Estas fiestas de ahora jamás serán como aquéllas!",
exclama el hombre, cuya apariencia indica que sobrepasó los noventa.
Cierto es que después del llamado triunfo revolucionario (1959) la
Iglesia nunca dejó de conmemorar a San Isidro Labrador y la fundación
de Managua, pero también es una realidad que tales celebraciones
desaparecieron del escenario público hasta que hace unos años el
gobierno las relanzó bajo el calificativo de "fiesta popular".
Sin embargo, la mayoría de los consultados en una encuesta informal
no están de acuerdo con esa denominación. Ellos prefieren el de "fiestas
tradicionales".
"Estamos complacidos por el permiso que dio el gobierno local para
sacar la procesión del Santo en derredor del templo, y tenemos la promesa
de los funcionarios de que el año próximo podremos recorrer todo
el pueblo con San Isidro Labrador en hombros", dijo uno de los jóvenes
que este año participaron en la celebración del 15 de mayo.
Ese día, a la misa asistieron sacerdotes y obispos de varias diócesis
y cientos de personas. Un hecho destacado es que, contrariamente a lo que ha
sucedido en años anteriores, la fiesta pública no comenzó
hasta que concluyó la celebración católica.
Parece que el refrán "el tiempo todo lo puede" se
manifiesta en la comunidad católica de Managua. Sus integrantes están
felices porque su fiesta es, aunque con restricciones, permitida por el gobierno
local. La tradición no murió, no pudo ser aniquilada, y hoy se
alza, germina, reverdece majestuosa ante la mirada de quienes un día la
quisieron sustituir por una filosofía que yace entre el descrédito
y la impracticabilidad.
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