Educación
en Cuba: algunos aspectos
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, mayo - La educación es uno de los llamados "logros
del gobierno de Cuba", una de las "conquistas" que él dice
que hay que defender.
"Educación y Salud. Derecho del Pueblo", expresa una
consigna gubernamental que aún se puede ver en pancartas y pasquines en
diferentes zonas del país.
Pero la realidad es muy distinta al contenido de los eslóganes
oficialistas.
A los maestros y profesores cubanos siempre se les pide lo mismo: "sacrificio".
Año tras año, los profesionales de la educación han visto
aumentar las dificultades en sus condiciones de trabajo. Carecen de materiales
didácticos y escolares, el mobiliario de las aulas es pésimo y en
ocasiones insuficiente, igual que la iluminación, escuelas cuyos
edificios están en pésimo estado constructivo, y a veces no
cuentan ni con una silla y una mesa donde sentarse a preparar las clases. Además,
casi nunca disponen de textos actualizados ni de materiales de consulta para
elaborar clases eficientes.
No obstante, se les exige resultados óptimos mientras "la paga
es de miseria", los precios de los productos básicos suben
continuamente y una evaluación no satisfactoria puede representar ser
pasado a una categoría inferior, que es lo mismo que una reducción
drástica del ya exiguo salario.
Esto explica en parte el déficit de educadores de estos tiempos. Los
maestros y profesores están aquí, con los diplomas de graduación
engavetados en sus respectivas viviendas. No ejercen la profesión, se han
ido a buscar un empleo donde el "sacrificio" no sea el único "estímulo"
y puedan conseguir con qué mantener a la familia y a ellos mismos.
Por eso el gobierno cubano se ha visto obligado a crear los llamados "maestros
emergentes". Se trata, generalmente, de jóvenes que no obtuvieron un
rendimiento escolar bueno, quedaron invalidados para cursar estudios superiores
o medios, y reciben unos meses de preparación, luego de los cuales ocupan
las aulas donde se imparten cursos que antes ellos no pudieron matricular por
sus pésimos rendimientos.
Los estudiantes que sí obtuvieron notas satisfactorias para optar por
la carrera pedagógica desechan esa posibilidad, y si optan por ella es
obligados por las circunstancias, no por vocación.
Paradójicamente, si un buen alumno quiere ser profesor de alguna
materia pero su estado físico no le permite realizar jornadas de labores
agrícolas, o sea, participar en la llamada etapa de la escuela al campo,
entonces no le permiten que se haga educador ni aunque esté justificada
su ausencia al campo por el certificado médico correspondiente. La opinión
generalizada es que esta medida se hizo para perpetuar la "escuela al campo",
piedra angular de la política de distanciamiento de los menores de sus
padres, considerada un fracaso por especialistas en agricultura.
Por su parte, los adolescentes perjudicados por tal medida se preguntan: ¿Para
que ir al campo, seré maestro o agricultor?
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