Socialismo
por sorpresa
Tania Díaz Castro
En el 40 aniversario de la proclamación del carácter
socialista del régimen de Fidel Castro
LA HABANA, mayo - No fue como haber dado cualquier salto, porque aquél
fue un salto mortal. Aún así, milagrosamente, muchos continuamos
con vida.
Aquel día, temprano en la mañana, fuimos citados para la
esquina de las calles 12 y 23, en el Vedado. Era un 16 de abril de 1961, hace ya
cuarenta años. Vestida de miliciana acudí junto al batallón
que pertenecía, recién salida de la adolescencia, con un fusil al
hombro que jamás aprendí a manejar, por suerte.
Nadie imaginaba cuáles serían los planteamientos que tendríamos
que apoyar, dichos por el máximo líder del gobierno. Pero ahí
estábamos: disciplinados, puntuales, con nuestro entusiasmo e ingenuidad.
Es por eso que cuando Fidel Castro mencionó la palabra socialismo, a
todos nos tomó por sorpresa y todos los allí presentes -en pleno
estado salvaje puesto que ni remotamente conocíamos lo que era un Estado
socialista- comenzamos a gritar como indios con levita o como niños en
una actividad escolar.
Hoy, al cabo de tantos años, con todas las batallas perdidas,
maniatados, torturados, dispersados por el mundo en un éxodo interminable
o contemplando el espectáculo desde dentro, me pregunto cómo
recuperar el tiempo perdido.
Pero aquel día grité "¡viva el socialismo!" y
he ahí mi castigo, y el de tantos otros. Fue -jamás lo
olvidaremos- como dar el gran salto mortal.
Este 16 de abril, en el mismo escenario, no estábamos los mismos de
la primera vez. Aquellos fueron presos o escaparon o murieron fusilados o, lo
que es peor, mantienen una doble moral en casa. Pero eso sí, allí
estaba el mismo jefe de gobierno. No hay dudas: así es el socialismo. Ni
más, ni menos.
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